Cual Nanni Moretti en Abril (<<D’Alema, di cualquier cosa, aunque no sea de izquierdas>>), me sorprendí replicando al televisor la noche andaluza tras la declaración de doña Susana Díaz de que tenían que ser el dique de contención de la extrema derecha y que ella iba a seguir intentándolo: <<Déjalo, no hace falta que lo intentes más>> (a la tele se la trata de tú). En efecto: se obstina en no dimitir porque no ha perdido.

La realidad política es de por sí delirante, pero la poselectoral raya con la alucinación más esquizoide. Si obtener catorce diputados menos no es perder… El único dique que Díaz ha puesto ha sido a la inercia electoral histórica de un territorio que les ha tolerado mucho más de lo tolerable, hasta que al final el hartazgo: ni siquiera un cántaro de cerámica andaluza aguanta tantos viajes a la fuente de la paciencia sin romperse. Eso sí, no deja de lamentarse, a coro con Podemos/Adelante, de que el fascismo ha entrado en las instituciones democráticas. Quizá, justamente, porque ustedes no han sabido hacer democracia. Vox no tiene la culpa de los muchos andaluces que prefirieron dejar de votarles y sentirse dignos a votarles por rutina.

Pero Díaz no es que no dimita: ni siquiera sugiere la menor autocrítica. Y pretende que otros enderecen el descalabro. A estas alturas no vamos a pedirle a Ciudadanos ni a ningún otro partido un acto de sacrificio heroico, y además Díaz ya ha dejado claro que ella no tiene intención de resignar la presidencia, pues ha sido la más votada; es decir, tras toda la retahíla sobre la toxicidad del fascismo, le importa más seguir calentando el asiento que dejar a Vox sin voz (ni voto) en el Parlamento (e igual al PP y C’s, solo que para estrenar asiento). Pero C’s cometería un error si habilita a Vox; si no por heroicidad, debiera el sacrificio por puro interés político. No son pocos quienes dejarían de votarles, sin haberlos votado nunca, en las más que cercanas generales.

(El Norte de Castilla, 6/12/2018)

@enfaserem