>

Blogs

Eduardo Roldán

ENFASEREM

Espiral de locura

Considerado el único film de terror que hizo Bergman —afirmación discutible: he ahí el terror sociológico de El huevo de la serpiente, o el metafísico de El séptimo sello—, no espere el espectador encontrar en La hora del lobo goznes que chirrían, colmillos que gotean ni fantasmas ululantes. Se trata de un terror mucho más visceral, por anclarse en el ámbito íntimo y nutrirse de fantasmas comunes: el drenaje del amor, la zozobra existencial, la posible pérdida del juicio. Ya desde el título se hace referencia a estas zonas oscuras: la hora del lobo, según el propio protagonista, el pintor Johan Borg (Max von Sydow), explica a su esposa Alma (Liv Ullmann), es la hora límite entre la noche y el día, justo antes del amanecer, cuando el sueño es más profundo y las pesadillas más reales, cuando más gente muere y —también— más niños nacen. (Nota: Alma está embarazada). La hora del lobo es pues el revés del rayo verde de Rohmer: ninguna templanza, ningún confort satisfecho por haber cumplido con la jornada.

la-hora-del-lobo-retratoPero para que se materialice el lobo, antes hay que descender a los infiernos. El descenso es la narración de Alma, basada en las notas del diario de Johan y en sus propios recuerdos, de un verano que la pareja pasa en una isla sin otros habitantes que un grupo de aristócratas que viven en una mansión en la otra punta. Ya en el arranque aparece el primer hallazgo formal: Alma, para su relato, quiebra la cuarta pared al posicionarse frontal a la cámara (al espectador que mira), subrayando de este modo Bergman el tono confesional y así incrementando la veracidad de los hechos que a continuación se expondrán. Es una pareja feliz: <<Quiero hacerte un retrato>>, dice Johan con voz de joven tonto enamorado; la puesta en escena subraya el estado apacible: ella le da un masaje cariñoso, la fotografía —del indispensable Sven Nykvist— rehúye la saturación, los encuadres son amables, como pinturas naturalistas en blanco y negro. Pero bajo la superficie laten aguas turbulentas. Johan atraviesa una crisis creativa que pronto desborda el marco de sus lienzos y desata los rincones más recónditos de su psique. En lugar del retrato marital, comienza a abocetar los de extrañas figuras con las que se ha topado mientras pintaba en la playa; el insomnio lo domina por las noches y el alcohol lo domina por el día; un muro de silencio más y más espeso lo cierra a los intentos de aproximación de Alma. Quien tampoco está libre de apariciones; es la de una vieja mujer envuelta en blanco la que le habla del diario que Johan esconde, e impele a Alma a leerlo. Y Alma lo lee.

Desde este momento, el relato se despliega en dos esferas: los encuentros que Johan tiene sin que esté presente Alma se muestran tal y como el diario los registra (o con mayor precisión, como Alma dice que el diario los registra); los encuentros que tiene la pareja, como la memoria de Alma los recuerda, pero tampoco de esta, y mucho menos dada la atmósfera que envuelve a esos encuentros, podemos fiarnos con completa seguridad.

la-hora-del-lobo-ojo-y-mascaraDos son los encuentros de Johan que marcan los puntos de inflexión de su locura. El primero con una mujer y el segundo con un niño. Baste decir que desnuda y toma a la mujer y mata al niño. El primero se repetirá, sellando el descenso de Johan al infierno, como espejo oscuro: el aire libre transmuta en sótano o pieza opresiva, la intimidad en espectáculo para la diversión burlesca de un público cruel (los citados aristócratas). El naturalismo ha cedido paso al expresionismo más excesivo: sofocantes primeros planos, ojos del tamaño de pelotas golf, maquillaje grotesco en lugar de piel bañada por el sol; una realidad dislocada, fragmentada, cubista, que recrea la descomposición mental de Johan. El asesinato del niño (recordemos: Alma está embarazada) es la escena más original y poderosa de la cinta, y no por lo que muestra, que no se ve, sino por el recurso utilizado. Nykvist filma el suceso en negativo, con unos blancos saturados que enceguecen, casi repelen, y que a la vez confieren pureza, adanismo, alumbrando el conjunto una suerte de infierno celestial, valga la contradicción.

la-hora-del-lobo-2Pero lo más terrible no es la acción de Johan. Lo más terrible, el verdadero horror de La hora del lobo, es la respuesta de Alma: acepta la muerte del niño casi como un accidente cotidiano, preocupada solo por la manera en que puede afectar a la estabilidad de su marido. Un horror tanto más terrible porque no es aislado. Más tarde, tras un suceso análogo que pone en peligro su propia vida, ella lo toma con una naturalidad desarmante, justificando a Johan que no es Johan sino Johan alucinado, angustiada por el destino: ¿qué será de él? ¿Seré yo la culpable de su condición? El personaje de Alma, en la superficie el sostén, el eje sereno de una tribu en la que cada cual es marioneta de sus propios demonios, tiene el trastorno más hondo e incurable: el de la entrega absoluta e incondicional al ser amado. Johan es la obsesión de Alma, una obsesión tanto más peligrosa por cuanto que la ha internalizado de tal forma que no puede percibirla, una obsesión por la que daría la vida sin dudarlo, pero sin dudarlo porque ni siquiera se plantearía no darla. Al final, de nuevo cara a cara con el espectador, se pregunta si habría protegido mejor a Johan si no le hubiera amado tanto. Parece, pues, que hay catarsis, un reconocimiento de su condición, pero este no es completo: pese a las palabras, su rostro dice que de aparecer Johan en ese momento ella se levantaría de inmediato y volvería con él.

Por la turbación y fascinación que produce, este film anticipa a David Lynch en treinta años.

(La sombra del ciprés, 2/3/2019)

@enfaserem

 

Ficha del film

Tít.: La hora del loboVargtimmen

Año: 1968

Dir.: Ingmar Bergman

Ints.: Max von Sydow, Liv Ullmann, Gertrud Fridh

Suecia, terror, blanco y negro, 86 mins

bloc digital de Eduardo Roldán - actualidad, libros, cine y otros placeres y días

Sobre el autor

Columnas, reseñas, apuntes a vuelamáquina... El autor cree en el derecho al silencio y al sueño profundo.


marzo 2019
MTWTFSS
    123
45678910
11121314151617
18192021222324
25262728293031