Los tiras y aflojas pre-Presupuestos han resultado ser aun más broncos, y desconcertantes, de lo que acostumbran. La ministra Margarita Robles no entiende que se pueda ser a la vez Gobierno y oposición; no es la única. Todo el que critica se critica, de igual modo que todo el que miente se miente o todo el que subraya se subraya; solo que la enmienda de Unidas Podemos no es una forma de autocrítica, una rectificación de la posición propia tras un análisis honesto, sino un medio para conseguir otro fin más allá del fin explicitado, o sea que la enmienda cojea de la pata kantiana. Congelar los desahucios hasta el último día del 2022 puede ser una postura perfectamente defendible, loable, más teniendo en cuenta las circunstancias/covid: no lo es el aliarse con EH Bildu para hacer comandita frente a Ciudadanos. Unidas Podemos tiene una suerte de manía persecutoria con la formación naranja, aun tras la salida de Albert Rivera, que los lleva a cometer despropósitos como el presente. Bildu, sobre Cs, ya lo dejó muy claro: <<O ellos o nosotros>>, y ahora el partido de Iglesias ha visto la oportunidad y abalanzádose como rapaces.
La enmienda les puede costar muy cara. Los Presupuestos constituyen una suerte de Rubicón que, una vez aprobados, fortalecerán al PSOE, también respecto a sus (nominales) socios de coalición, y más de un miembro de la cúpula ha dejado ya caer que le quedan pocas gotas de paciencia. Con todo, Pedro Sánchez insiste en que son unos presupuestos <<buenos>> para España. Bondad que poco niega a quienes en última instancia preferirían no pertenecer a España, aparte del asunto vehicular de la lengua.
Sí desconcierta un poco.
(El Norte de Castilla, 25/11/2020)
@enfaserem