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Eduardo Roldán

ENFASEREM

De la teoría a la práctica

Con Godard ocurre como con Miles Davis: es por lo común venerado hasta un punto de su carrera, y tolerado, mejor o peor, por el resto (y tolerado solo por la veneración anterior). En el caso de Miles ese punto se da al abrazar la electricidad instrumental; en el de Godard, al abrazar —de forma explícita— la política, tránsito que se plasma en La Chinoise. Como todo tránsito, el producto es poroso, contaminado, bebe del antes y del después, y si esta cualidad escurridiza es lo que más desconcierta del film, también es lo que tiene de más interesante.

La Chinoise se rueda en el mismo momento en que acontecen los hechos —verano del 67—, y narra la convivencia en un apartamento parisino de cinco jóvenes con más idealismo que ideología, con una voluntad de justicia social que no han terminado de articular teóricamente, a la que creen que el maoísmo es la vía más eficaz para su implantación práctica; son los <<hijos de Marx y la Coca-Cola>> de Masculino, femenino que quieren dar un paso más y no tomarse la política solo como un pasatiempo intelectual sino pasar a la acción, hacer algo que tenga una repercusión material, tangible, aunque esto suponga recurrir a la violencia. Sobre todo el personaje de Véronique (Anne Wiazemsky), estudiante de filosofía dispuesta a asesinar al comisario soviético de cultura, de visita en la capital francesa, con el objetivo de que el atentado sirva para cerrar las universidades y dar paso a un nuevo, renovado sistema de enseñanza no anclado en las viejas, jerárquicas disposiciones, un sistema más abierto y horizontal. Si los jóvenes comparten el objetivo, no así los medios, y este es en realidad el único conflicto dramático —que apenas alcanza el grado de tal en un sentido clásico— de La Chinoise. Uno de ellos, el químico Henri (Michel Semeniako), prefiere la palabra antes que la violencia; es la postura revisionista, hasta burguesa, del Partido Comunista Francés, oxidada frente al empuje urgente del maoísmo juvenil presesentayochista.

Este sustrato intelectual, teórico, no hace de La Chinoise un film reflexivo, todo lo contrario; ni los personajes han interiorizado las enseñanzas que predican —hablan en eslóganes, como marionetas del ventrílocuo-Mao o del ventrílocuo-Althusser— ni la propuesta estética de Godard fomenta la reflexión. Si algo lo obsesionó desde el comienzo de su carrera, fue la renovación del lenguaje fílmico, y en La Chinoise esta renovación conlleva, entre otros elementos, una lluvia constante de palabras; una propuesta pictórica e icónica pop; el uso de un montaje-metralleta (salvo en las dos escenas fundamentales, en largos y estáticos planos-secuencia: el diálogo en el que Véronique rompe su relación con Guillaume [Jean-Pierre Léaud] y el de su encuentro en el tren, camino de perpetrar el atentado, con el filósofo Francis Jeanson [que se interpreta a sí mismo]); la rotura de la cuarta pared, de modo que el actor se dirige frontalmente al espectador, espetándole una consigna o apuntándolo con un arco; entrevistas con los actores entre las tomas… Una suerte de cine guerrilla con el propósito brechtiano de distanciar al espectador y sacudirlo de su confortable pasividad. (Lo cual resulta discutible. No necesariamente la visión de un film en el que se expongan las entretelas de la realización, que exponga su condición de objeto, es más <<activa>> que uno que narre una ficción a la manera clásica: en ambos el espectador ha de poner algo de su parte).

La Chinoise, en cualquier caso, sí consigue su propósito, y no solo con el espectador. Siempre teorizante —según afirmaba, cambiar la máquina de escribir por la cámara no fue más que otra forma de seguir haciendo crítica—, Godard utiliza el film como plasmación del principio teórico de que otro cine, no ya lejos de las convenciones narrativas, sino también de las condiciones de producción, es posible, aun cuando ese cine suponga la renuncia a una más factible adquisición de beneficios, el aislamiento e incluso el ostracismo; o cuando lo lleve en ocasiones, en genuina dialéctica, a contradecirse.

(La sombra del ciprés, 11/11/2022)

@enfaserem

 

Ficha del film

Dir: Jean-Luc Godard

Año: 1967

Ints.: Anne Wiazemsky, Jean-Pierre Léaud, Michel Semeniako

Francia; color; drama

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Sobre el autor

Columnas, reseñas, apuntes a vuelamáquina... El autor cree en el derecho al silencio y al sueño profundo.


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