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Eduardo Roldán

ENFASEREM

Poesía entre líneas

¿Qué rodar tras la película más influyente en lo que iba de década? Al boquear los 90 surgiría otro film quizá más influyente, pero en cualquier caso, circa 1996 todo el mundo tenía puesta la atención en el mismo hombre, con una ansiedad vertical, sofocante, casi agresiva: ¿y ahora… qué? Internet estaba en los albores, y lo que gota a gota se iba conociendo invitaba, injustamente, al recelo, cuando no al desdén, en especial el hecho de que Tarantino fuera a adaptar material ajeno y no a desarrollar un proyecto propio (léase: <<Se ha quedado sin ideas>>).

Sin embargo, una vez visto el resultado nadie con una uña de honestidad puede negar que Jackie Brown es un film que solo el cineasta de Knoxville hubiera sido capaz de alumbrar. Y uno que aun sigue desconcertando, incluso, a no pocos de sus más acérrimos fans: y es que no encontrará el espectador en él pirotecnia de cámara —lo más espectacular es el montaje a lo Rashomon en la escena del intercambio en el centro comercial—, ni una catarata de referencias de cultura pop, ni diálogos tan resultones como el de creer o no creer en dar propina que abre Reservoir Dogs o el de cómo llaman en París al cuarto de libra con queso; ni tampoco, y esto es lo que más descoloca, estallidos de sangre y tripas a golpe de fuego o katana. En Jackie Brown los asesinatos, que no suman más de cuatro —con diferencia el monto menor en la filmografía de QT—, tienen lugar fuera de cuadro o de modo que queden ocultos a la mirada del espectador: en el maletero de un coche, tomado desde las alturas en plano general y entre sombras; en el aparcamiento de un centro comercial, con la cámara sobre el rostro de quien dispara y no sobre el cuerpo… Y en cuanto a los diálogos, los personajes meditan las réplicas si necesitan meditarlas, no sueltan la ocurrencia automática (algo muy infrecuente en el cine de género negro, y quizá más en el actual), y en ellos tienen tanto peso los silencios, y el acento con que se dicen, como el contenido. (Ejemplo: OrdellSamuel L. Jackson— arranca el coche de MaxRobert Forster— y suenan Los Delfonics, banda de soul negro. Sorprendido, Ordell se vuelve hacia Max y le pregunta: <<—¿Te gustan Los Delfonics?>>. Max, tras una pausa, mira al frente y contesta: <<—Son buenos>>. Con las más sencillas palabras, la mirada y el tiempo del intercambio bastan para que Max lo exprese todo: <<No me mires así, ya sé que se supone que son un grupo “para negros” y que yo soy blanco, pero qué se le va a hacer si te molesta>>. Aparte, la canción tiene una resonancia sentimental para Max que va más allá de lo estrictamente musical).

Esta apuesta por el subtexto y el diálogo cotidiano, arriesgada como es, solo puede sostenerse con un elenco a la altura, y el de Jackie Brown, caleidoscopio de tipos dramáticos, está en estado de gracia: Pam Grier como la diosa, centro y motor de la trama, a la vez terrenal y alada (literalmente, trabaja en una aerolínea, pero no duda en meter las manos en el fango cuando hace falta); Jackson como el soberbio capo que se cree más inteligente que nadie; Forster como el estoico, el hombre bueno impasible, capaz de transmitir todo lo que le pasa por la cabeza con el más imperceptible gesto; Robert De Niro —en el que muy probablemente sea su última interpretación memorable— como ex convicto venido a menos, fracasado que anhela su última oportunidad de redención…

Otro aspecto en el que JB se separa de la habitualidad es en la relevancia que se concede a la madeja de la trama. No significa en absoluto que esté mal armada, pero donde el film adquiere textura, calidad, aura, es en los interludios entre acciones <<fuertes>>. Es un film para paladear con paciencia, para demorarse en los matices, nada que ver con la urgencia escandalosa del cine blaxploitation, al que se supone homenajea. Y lo hace, pero oblicuamente: con la elección de la icónica Grier como protagonista, con la banda sonora…, pero no en las formas.

Con todo, Jackie Brown es, quizá en primer lugar, una carta de amor nostálgica —a una actriz y a una época (los 70)—, y una de las historias de amor más conmovedoras y con mayor sutileza jamás filmadas. Nunca Tarantino se ha acercado más, ni antes ni después, a la <<poesía entre líneas>>, cuya aprehensión —tal vez imposible— era uno de sus objetivos declarados al comenzar a hacer cine. Se trata, en fin, de uno de esos títulos en los que se descubre algún mérito nuevo cada vez que se revisan. Que es otra forma de denominar a las obras maestras.

(La sombra del ciprés, 29/4/2023)

@enfaserem

 

Ficha del film

Tít: Jackie Brown

Dir: Quentin Tarantino

Año: 1997

Ints.: Pam Grier, Samuel L. Jackson, Robert Forster

EEUU; color; 154 mins.

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Sobre el autor

Columnas, reseñas, apuntes a vuelamáquina... El autor cree en el derecho al silencio y al sueño profundo.


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