El operador dominante de telefonía fija, móvil y tele por suscripción en España ha adoptado como anzuelo publicitario el eslogan que intitula esta columna, más un mandato que una sugerencia: >. Nada menos. El fútbol y la liga Endesa y la NBA y el tenis y el golf, y no hemos salido del abanico deportivo; añádase el abanico de series, el de cine, el de programas de cocina y de cotilleo y de viajes y de noticias y de vocación infantil. Parece un eco del monólogo de apertura de Trainspotting: elige una tele grande que te cagas, elige lavadoras, equipos de música, elige una hipoteca y un piso piloto, elige… Y ante la negativa a elegir todo eso —>— porque con la heroína basta y no hay razones, cabría darle la vuelta a la réplica y decir: >.
Incluso aunque uno logre acotar su interés a un solo abanico, la oferta resulta tan abrumadora que paraliza. Disponemos de todo y por tanto lo queremos todo —la propia oferta genera el deseo—, y al quererlo todo, y todo ya, no nos decidimos por nada. Como en el soneto Vida —otra vez la vida— de José Hierro, >. Doscientos canales de emisión continua no suponen una conquista de la autonomía sino una hoguera de ansiedad. El espectador no se sacude la sensación de que en otro canal, en ese mismo momento, están pasando un programa imprescindible, y en efecto, no solo uno: diez, doce, y los pone a grabar todos, y su lista de deseos crece y crece, y ya supera las tres páginas, y entonces decide ver algo de lo más antiguo pero… ¿Por qué grabó eso? Al final, entre el par de vueltas a la rueda de canales y las grabaciones no le queda tiempo para ver algo completo, así que deja que el pulgar decida por él y se pose donde le venga en gana y ahí se queda, sea la enésima revisión del Holocausto o el último caso de periodismo >, que si no es la nada se le parece mucho.
(El Norte de Castilla, 17/3/2017)