Kafka escribió que a partir de cierto punto no hay retorno, y que ese punto es el que hay que alcanzar. Kafka ese día se levantó optimista, pues la frase implica que el punto de no retorno existe, un lugar del que no se puede caer más bajo. Pero la realidad no deja de demostrarnos que siempre se puede. El (pen)último ejemplo ha sido la carta de López Obrador. Y quizá más que la carta la respuesta que se le ha dado en tertulias, foros y —ay— partidos políticos. En lugar de preguntarse si se trataba de una broma, si el mandatario mexicano estaba bajo los efectos de alguna medicación o a falta de ella cuando la redactó, si aquella noche no había dormido…, se ha dicho que contiene elementos <<muy interesantes>>, y que lo que exige no es un delirio jurídico y diplomático sino un texto a estudiar. Unidos Podemos ya se ha mostrado de acuerdo y promete actuar en consecuencia si llegan al gobierno.
O sea que la memoria histórica no prescribe. ¿500 años? Como si fueran mil. Si hay que pedir perdón por las violaciones de los derechos humanos de Hernán Cortés, habría que pedirlo por… bueno, por todo. Pero a lo mejor no es el disparate que parece, no una alucinación sacada de contexto, sino un meditado programa por la concordia universal de los pueblos. Que Rusia pida perdón a Japón por la invasión de Manchukuo, Alemania a Polonia y los que siguieron, EEUU a… (rellenénse los puntos suspensivos). Solo tiene una pequeña pega, cierto, que nos pasaríamos la vida pidiéndonos perdón unos a otros, y mientras el mundo seguiría girando, y originándose más problemas por los que también pedir perdón, y… Porque esto es lo que de inmediato le viene a cualquiera a la cabeza: ¿no tiene México asuntos más acuciantes que tratar para que su presidente se la pase aireando brindis populistas al sol? Qué envidia si es así.
En fin, ante situaciones como esta solo queda tratar de aislarse y esperar que se desinfle por sí sola. La joda es que probablemente no lo haga.
(El Norte de Castilla, 28/3/2019)
@enfaserem