El mundo, pendiente de una partícula. El bosón de Higgs parece que llega, que ya está aquí, o casi. > — nótese la ausencia de preposición —, según un par de Premios Nobel la bautizaron, ha de tener entre 116 y 130 GeV (gigaelectronvoltios) o entre 115 y 127. Tales resultados se han calificado de >, pero aún no se ha podido aislar la partícula, ponerle el cepo-laboratorio al ratón-bosón. Parece que en torno a una masa de 125 puede estar la Rosetta que descifre el misterio del Modelo Estándar, el conjunto de reglas matemáticas que describe la interacción de todas las partículas conocidas del Universo. La primera duda — al menos la primera duda para el lego — inevitablemente es: ¿son todas las conocidas todas las que existen? Otras dudas de índole más metafísico y menos físico, menos práctico y más gratuito, dudas quizá también ignorantes, exceden los contornos de este párrafo apurado. Plantearé la primera que se me ocurre: ¿Aislar el bosón es descifrar a Dios, es decir el misterio del mundo? Y una vez aislado, qué.