Julian Assange es uno de esos hombres a los que la vida parece que se les queda pequeña. Leyendo su biografía a uno le gana no pocas veces la sensación de que Assange se ha ido inventando pasiones para ejercitarse, como dijera de sí mismo Voltaire comparándose con don Quijote. Assange, no obstante, explica todas estas pasiones —o >, en la terminología new age que suele emplear— desde el prisma restrospectivo de WikiLeaks. Si se negaba a cortarse el pelo, no era por estética o comodidad sino por su congénita rebeldía a la autoridad; si estudió el comportamiento de las abejas, era para comprender mejor cómo funciona la sociedad de clases; si mecánica cuántica, para aplicar el flujo de la materia a la transmisión de información. Todo con el propósito de llevar a cabo su objetivo en la vida: la creación de una sociedad más justa. Desde la primera página Assange no abandona en su relato el tono de profeta, de elegido, de iluminado, y lo trufa de sentencias tan contundentes como inanes: >; >; > Y como todo profeta que se precie, se considera a sí mismo una mera herramienta de la misión, dice no importarle su nimio yo; sin embargo, todo el libro es un monumento al yo, y un monumento explícito.
La misión le es revelada con la visión e inmediata adquisición de su primer ordenador. El ordenador es un universo inagotable, con territorios siempre por explorar, que le permite acciones solo soñadas hasta entonces, o ni siquiera soñadas; esencialmente, saltarse los sistemas de seguridad en teoría más eficaces del mundo, el del 8º grupo de mando del Pentágono, el de la NASA o el de Citibank. Agresiones cibernéticas que tenían un propósito por completo altruista, proteger la intimidad del individuo, en base a la teoría de que la posesión de una mayor cantidad de información le haría más fuerte. Bien. Basta un breve cibervistazo para darse cuenta de que, en este sentido, el éxito ha sido nulo. Nunca en la Historia la intimidad se ha visto tan bombardeada, nunca el espacio privado ha sido más frágil. Y la propia vida de Assange es triste prueba. Luego de sufrir la primera detención/acusación por sus actividades informáticas —de la que es absuelto— y de pasarse una temporada de barbecho en el mundo del >, registra por fin el dominio WikiLeaks.org el 4 de octubre de 2006. Con la primera filtración importante —el manual del Centro de Detención de Guantánamo— los acontecimientos comienzan a precipitarse, a escaparse incluso de la panorámica que Assange se había formado de la misión. El saqueo de Kenia, las operaciones de la entidad financiera suiza Julius Baer, la emisión del vídeo Collateral Murder… Había que taparle la boca, como hizo Time en su portada metafóricamente, de alguna manera, y así le apañaron una acusación por violación que lo llevó a la cárcel y al arresto domiciliario sin cargos en que hoy se encuentra. Con todo, lo que más le duele fue la traición de los propios medios de comunicación, cuya ayuda le era imprescindible para dar mayor difusión y más prestigio a las filtraciones.
No cabe duda de que un ciudadano es más ciudadano, un poco menos vulnerable, cuanto más conozca las cloacas del poder, y en este sentido la labor de WL resulta admirable. Sin embargo, uno no logra sacudirse la impresión de que todas estas filtraciones son, lamentablemente, ínfimos picotazos de mosquito en el elefante del poder, y que este, como el reino de Dinamarca hamletiano, ha estado podrido desde siempre. ¿Es Assange un fantoche con ganas de notoriedad? ¿Es efectivamente alguien que cambiará el mundo? ¿Es un mártir altruista entregado a los demás? ¿Un genio? Probablemente sea todas esas cosas. Sin duda es también alguien a quien es mejor tener como amigo, aunque si uno pudiera elegir nunca sería amigo suyo. Su biografía oral supone una lectura prescindible, en gran parte porque el interés de lo contado no suple la deficiente transcripción —plagada de construcciones dudosas, de anglicismos para los que hay traducción, o de palabros como >—, y el lector sacaría mucho más provecho leyendo directamente las filtraciones de WikiLeaks, es decir la obra de Assange, que su vida. Lectura que además es gratis.
(La sombra del ciprés, 19/5/2012)