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Jaime Rojas

La canaleja, crónica social de Segovia

Rumorea que algo queda

Dios no me ha llevado por el camino de la música, porque soy duro, muy duro de oído. Todavía no sé, a estas alturas de la vida, el camino por el que me ha llevado, pero desde luego tengo claro que por el de la oreja avizor, no. Y por eso me pierdo muchas cosas y no escucho con nitidez los rumores, que invaden y aún invadirán más Segovia cuando se acerque el momento decisivo de las candidaturas para las elecciones municipales de mayo del año próximo.
Oigo, eso sí, a mis amigos, a las barras de los bares. También, a mis hijas, que como comprenderán no están por la labor de hablar de política, ni falta que les hace, por edad y por su saludable formación. Y oyendo, oyendo, cómo dialogaban el otro día mientras estudiaban las guerras mundiales, me reconforta saber que aún se puede gestionar su inocencia y que nada en ellas es farsa, enredo. Le preguntaba una a otra –son mellizas– sobre el lugar en el que lanzaron la bomba atómica. «Hirohito», contesta una y la otra replica: «ese es el emperador; pobre si le hubiera caído en la cabeza». «Bueno es que estos nombres son todos iguales», se defiende, a lo que le responde su hermana: «Ya, son chinos». «No –dice la otra– son ‘japos’, pero se parecen todos también».
Ya ven cómo charlan de sus cosas y pueden comprobar que con ellas merece la pena agudizar el oído y ver qué se cuece en sus cabecitas. A ellas no les llegan los rumores de política municipal, de política de intrigas, de cortesanos que tratan de vender sus consejos. Pero a los mayores, sí. Los rumores desembarcan en las conversaciones y se hacen fuertes para quien quiera escucharlos.
El más extendido es que, presente quien se presente como cabeza de lista en las principales formaciones, es probable que salga un ayuntamiento ingobernable si las minorías logran entrar en el salón de plenos. Y para evitarlo, los grandes, PP y PSOE, se afanan en buscar candidatos que con un triunfo holgado les evite ese trago de pactar, que somos muy demócratas , eso sí, y los pactos son buenos, pero mejor que no; mejor solos que acompañados, por lo que pueda pretender la otra parte contratante.
Y en esas está el PP, en el que su cabeza municipal, Jesús Postigo, sigue siendo una opción. Él decidirá cuando sea –dice que en verano–, pero quizá decidan por él, algo muy frecuente en los partidos. A su lado, en la carrera, por otra calle, si pones la oreja sin sordina oyes el runrún de Javier López-Escobar, delegado de la Junta, aquí, en esta tierra tan poco entregada a la comunidad autónoma que nos ha tocado. Y si estiras el cuello para oir mejor llega el nombre de Pedro Palomo, doble presidente de la patronal empresarial y de la Cámara de Comercio. Si continúas prestando atención hay más, pero son tambores tan lejanos que no aprecias con claridad quien es el afectado o la afectada.
Cambias al PSOE y a la que será flamante alcaldesa el próximo mes, Clara Luquero, se unen Alfonso Reguera y más, cuyos nombres tampoco entiendes bien. Y en IU, descartado Luis Peñalosa, alto y claro se oye el de José Ángel Frías, aunque las familias de la coalición hacen ruido y no se percibe bien.
Rumorea que algo queda. Pongan cada uno sus candidatos y decidan. Pero acierten y no digan que sea Hirohito, que en política todos los nombres también son iguales.

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Sobre el autor

Jaime Rojas, delegado de El Norte de Castilla en Segovia, nos contará, todos los domingos, la crónica social de Segovia, capital y provincia.


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