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Jaime Rojas

La canaleja, crónica social de Segovia

Bye bye, Arahuetes

Antes de llegar hasta aquí seguro que han observado una entrevista con el alcalde dimisionario, Pedro Arahuetes. Enorme documento, en calidad y en cantidad. Inmensa, también, en el sentido de que ayuda a comprender a la persona que ha regido nuestro destino municipal durante más de un decenio. Pedazo de personaje, al que los medios vamos a añorar por aquello de que solo con enseñarle la muleta, entraba, para disfrute de los periodistas y, muchas veces, sorpresa o indignación de los que hasta mañana, cuando haga efectiva su renuncia anunciada, hemos sido sus administrados.
La entrevista le retrata. Para bien y para mal, claro. Es un compendio de lo que han sido sus mandatos en una ciudad que, como todas, ha pasado de la bonanza a la depresión. Desde su actitud desafiante con los adversarios a la defensa a ultranza de su equipo y de la persona que le va a relevar el próximo sábado, Clara Luquero, a quien por cierto deja entrever que le lega problemas para que se luzca en su solución, como el caso de la estación de autobuses. Sí, porque es estratega hasta el final y el brindis al sol que ha sido anunciar que la cerraría en junio significa que su sustituta tiene posibilidad de decir aquí estoy yo, lo arreglo, que soy más dialogante y con mejor carácter que mi predecesor.
Ya ven que hasta el último instante Arahuetes no da puntada sin hilo y todo lo que dice o hace tiene una razón de ser, un motivo que a veces se deduce y otras es tan críptico el mensaje que ni un experto en jeroglíficos. Pero nunca es inocente lo que cuenta o propone, que después de tantos años en el sillón más o menos vamos conociendo el paño.
Católico, monárquico –de esta monarquía, matiza–, del Real Madrid… ingredientes todos ellos cuyos tópicos que llevan aparejados pueden indicar que no se entiende por qué narices se presentó por el PSOE. Pero si se mira su opinión en otros asuntos sus preferencias ya parecen más acordes con el partido que le ha sustentado: le gusta la educación pública, los indignados, las primarias y rechaza las reformas local y laboral. Aún así, desconfía de la formación política bajo cuyo paraguas se presentaba a la alcaldía, pero está agradecido. Una de cal y otra de arena, como, si analizan estos años, ha hecho con muchos asuntos.
Bravucón y el más segoviano de todos, como tiempo atrás me espetó muy serio. Más que el Acueducto, el Alcázar, la Catedral y el cochinillo juntos; más que el ‘bueno majo’ o el ‘a la que vas’, expresiones, por cierto, que nunca he oído que las pronunciara, seguramente por mantener la solemnidad, que un alcalde es un alcalde por muy apegado al terruño que esté.
Las explicaciones de su renuncia –la madre de todas las batallas en este mes y medio de dimisión ralentizada– continúa sin ofrecerlas y habla de un conjunto de circunstancias que le han obligado, pero nunca políticas sino personales. Confiesa que a él le hubiera gustado seguir, con ese estilo que reconoce tan personalista, de Rey Sol de provincias, y que atribuye a su forma de ser y a la naturaleza del cargo.
Ahora es el final. Bye bye, Arahuetes. Y perdón por no haber encontrado una expresión más segoviana y hacerlo en inglés, pero es que aunque no lo crea esta ciudad y los tiempos están cambiando.

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Sobre el autor

Jaime Rojas, delegado de El Norte de Castilla en Segovia, nos contará, todos los domingos, la crónica social de Segovia, capital y provincia.


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