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Jaime Rojas

La canaleja, crónica social de Segovia

Mejor sin gobierno

Cada día se extiende más la idea de que estamos mejor sin gobierno. Que en este limbo de anarquía, eso sí vigilada, somos felices sin patrón que nos dirija y obligue. Jóvenes, talluditos, jubilados y mediopensionistas coinciden en que sin ellos estamos mejor, más a gusto que un arbusto. Artistas, ferroviarios, emprendedores, sindicalistas, autónomos, fontaneros y hasta algún militar y ciertos curas, poco dados al desorden y al ‘sindiós’, están de acuerdo en que esta situación es un estado de mundo feliz, de viaje a una infancia sin padres y sin maestros a los que rendir cuentas.
Estamos pues en un desgobierno que lejos de inquietarnos parece que nos satisface esa parte ácrata que seguro todos llevamos dentro. Y además de colmar nuestro gusto por vivir sin señorito que nos mande, también nos regodeamos con la consecuencia inmediata de esta falta de gobierno, que no es otra que el esfuerzo que han de hacer los políticos por encontrar una solución. Vamos, que tienen que trabajar. Así es fantástico ver a gentes diversas y con ideologías muchas veces irreconciliables como coinciden en sonreir al ver sufrir a nuestros representantes que, por fin, han de trabajar para llevar a casa esos modestos miles de euritos que les pagamos.
Tan contentos nos hallamos sin gobierno y con los políticos dando el callo. Y mientras llega el santo advenimiento en forma de acuerdo parlamentario aquí, ustedes y yo, disfrutamos como jubilados apoyados en una valla de obra, observando como otros trabajan y dándoles consejos de cómo han de colocar los ladrillos. Una gozada esto de ser espectador y poder disfrutar con las jugadas maestras de Mariano Rajoy y sus propuestas tan gallegas por promover algo y lo contrario a la vez. Y qué me dicen de Pedro Sánchez, polígamo político, con novias en cada puerto y que no se decide a casarse con una sola. En el polo opuesto Pablo Iglesias lo tiene muy claro: sé quien es mi pareja y hasta ya he decidido el color del que pintaré la habitación de los niños. Y Albert Rivera hace a casi todo y busca la novia que más le convenga, aunque sea a través de una página de contactos, que lo importante es casarse bien casado.
Ya ven como sudan para ganarse el pan, mientras nosotros, desagradecidos, nos damos el lujo de decir que estamos mejor sin gobierno y que no notamos su ausencia y menos la lloramos. Unos anarquistas es lo que somos.  Y nos vamos a enterar cuando alcancen un acuerdo y se nos acabe esta vida de libertinaje. Entonces seremos nosotros quienes trabajemos para pagar así las magníficas ideas con las que van a llegar al gobierno. Por reirnos.
Pero claro, dirán que esto se puede torcer porque nos hemos empeñado los ciudadanos en votar a lo tonto y a lo bobo, como se dice en mi tierra, y es posible que haya de resolverse la situación con unas nuevas elecciones. Y ahí coincidimos todos, electores y elegibles, en que da mucha pereza volver a la casilla de salida y tragarse otra brillante campaña y a sus ocurrentes protagonistas. Prefiero casi que pacten con el mismísimo diablo, que suba de los infiernos y desbloquee el asunto.
Pronto se despejará la incógnita y mientras eso sucede nosotros aquí a la vida loca y a sumar adeptos a la causa que defiende que se está mejor sin gobierno y que se goza al ver que los políticos trabajan. Aprovechemos, amigos.

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Sobre el autor

Jaime Rojas, delegado de El Norte de Castilla en Segovia, nos contará, todos los domingos, la crónica social de Segovia, capital y provincia.


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