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Pedro Carasa

El Mirador de Clío

Bienvenida la cuarta ola feminista

Bienvenida la cuarta ola feminista

Pedro Carasa

El feminismo hunde sus raíces en la ilustrada igualdad rusoniana y en los derechos fundamentales del hombre de 1789. Los feministas pautan su avance histórico en cinco sucesivas olas. La primera etapa liberal se fijó en la beneficencia y los servicios sociales, la segunda época fue política y sufragista, la tercera fase alcanzó la igualdad de derechos, la cuarta onda actual es más cultural y creativa, y dicen que la quinta será en las redes sociales y en la educación. Recordamos estas olas históricas del feminismo español poniendo especial atención en su renovación actual.

En el siglo XIX, la Iglesia y los moderados liberales restaron profundidad al feminismo español. Los códigos penal y civil limitaron los derechos y actividades de la mujer. El poder masculino redujo su papel a ser ángel del hogar, madre solícita y dulce esposa en su casa, y controló su vida pública, como repetía cansinamente el refranero español. El analfabetismo femenino llegó al 70% a fines de siglo. Muchos autores escribieron que la mujer era un ser incompleto, puro instrumento reproductivo para perpetuar la especie.

El Krausismo y la Institución Libre de Enseñanza rompieron esta inercia y apoyaron la educación de la élite femenina desde 1876, pero hasta 1910 no se permitió su acceso a la Universidad. Concepción Arenal, que se vistió de hombre para entrar en la Facultad, fue desde 1862 una reformista católica y krausista que denunció la marginación de la mujer y defendió su instrucción.

En el siglo XX, la neutralidad de España en las guerras mundiales retrasó la incorporación de la mujer al trabajo. Algunas mujeres, como la condesa de Pardo Bazán, catedrática y activista social desde 1916, apoyaron la mejora de las condiciones laborales y educativas de la mujer. Pero hubo que esperar a los años 20 para que el feminismo español entrara en su segunda ola política y defendiera el sufragismo. En 1921 Carmen de Burgos dirigió la Cruzada de Mujeres Españolas y la primera manifestación por el sufragio en Madrid.

Bajo Primo de Rivera, el voto orgánico del tercio familiar permitió a algunas mujeres llegar a concejalas (dos en Valladolid) para promover la moralidad, la caridad y la beneficencia. Será la II República la que mejore la condición legal de la mujer con el divorcio, el aborto, la libertad de educación y de trabajo. Su gran aportación fue el debate de 1931 sobre el sufragio femenino, apenas ganado por 39 votos. Destacaron Clara Campoamor, diputada del Partido Radical que votó el sufragio, y las parlamentarias socialistas Victoria Kent, primera abogada del Colegio de Madrid, y Margarita Nelken, activa feminista en estos años. No apoyaron el sufragio creyendo que las mujeres eran conservadoras. En efecto, en Burgos, de intensa educación femenina religiosa, las derechas obtuvieron buenos resultados desde 1933 y en León ese año fue elegida la primera mujer diputada por el Partido Agrario.

Durante la dictadura franquista, el feminismo atravesó un desierto, las mujeres fueron privadas de igualdad, trabajo y voto. La Sección Femenina enseñó a las mujeres a vivir sin derechos ni opiniones y bien sumisas al hombre.

La tercera ola feminista se centró en la igualdad de derechos, iniciada en América en 1960 por el Movimiento de liberación de la mujer. En España fue más lenta. Hubo una ley de derechos de la mujer en 1961 que prohibió la discriminación salarial y dio acceso al trabajo, pero se mantuvo la autorización del marido hasta 1976. Es cierto que hubo cambios familiares y laborales para las mujeres en los años sesenta, pero los adoquines de la revolución de mayo del 68 y los hippies no llegaron al parlamento español. Hubo que esperar a 1978 para que la Constitución reconociera la igualdad ante la ley y prohibiera la discriminación por sexo. Aun así, la patria potestad sobre los hijos la ejerció sólo el padre hasta 1981. Pronto se despenalizó el adulterio en 1978 y se legalizó el aborto en 1985. Esta tercera ola alcanzó la igualdad de derechos, pero las feministas españolas fueron marginales y minoritarias en la sociedad.

Son muy interesantes, casi revolucionarias, las novedades culturales de la cuarta ola que se ha activado en la salida de la crisis. En 2017 América se declaró el feminismo como palabra del año por crecer sus búsquedas un 70%. Internacionalmente se visibiliza con los movimientos Ni una menos en América Latina, la Marcha de las Mujeres de Washington, el Me Too ante los abusos sexuales, o el Time´s Up de los Oscar de 2018.

En España destacan las propuestas culturales de Ellas crean del Conde Duque, La otra mirada de TVE, las mujeres en los premios Goya, la brillante gestión femenina del teatro en Madrid, el Foro Feminista de CyL, la mujer en los museos. Los objetivos son muy realistas: Conciliar el trabajo, la vida familiar y la maternidad, superar la injusta brecha salarial, vaciar de violencia machista la cultura sexual. Destaca el liderazgo de artistas, creadoras, escritoras y profesionales. Surge la primera huelga por la igualdad de las mujeres para que toda la sociedad condene la brecha salarial y exija la conciliación familiar.

El feminismo sale de la marginalidad y entra en la base social. Desea no llorar más y ponerse a cantar el talento de la mujer. Se ha humanizado, se ha socializado, ha aposta2018do por la capacidad cultural de la mujer, lo feminista ha apostado por lo femenino.

 

Editado en El Norte de Castilla del 11 de marzo de 2018

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Sobre el autor

El Mirador de Clío está redactado por Pedro Carasa, un historiador que tratará de observar el presente desde la historia. Se evoca a Clío porque es la musa griega de la historia y de la poesía heroica, hija de Zeus y Mnemósine, personificación de la memoria. El nombre de mirador indica que la historia es una atalaya desde la que proyecta sus ojos el historiador, como un busto bifronte de Jano, que contempla con su doble mirada el pasado desde el presente y el presente desde el pasado.