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Pedro Carasa

El Mirador de Clío

Los retos históricos de El Norte de Castilla

En tres siglos, el primer reto de El Norte de Castilla fue transformar en 1854-56 el periodismo del XVIII, Diario Pinciano de Beristain, en prensa burguesa y liberal. Al fundir El Avisador y El Correo de Castilla, Pérez Mínguez, Perillán, Herrero Olea y Polanco crearon el decano de la prensa contemporánea y una semilla del cuarto poder.
Buen momento del Canal de Castilla abierto, del Reino de Ceres de tren, trigo y talleres, del Valladolid ferroviario, del Crédito Mobiliario y Talleres del Norte. Para controlar el mercado triguero sirvió El Norte de Castilla. Pero en 1856-66 llegó la crisis del Motín del Pan, cólera y quiebra del Banco de Valladolid.
En el Sexenio Democrático El Norte, con la explosión de prensa radical y proletaria, perdió suscriptores y cambió a empresa casi filocarlista. A Perillán el obispo lo quiso excomulgar por anticlerical contra el Syllabus y la infalibilidad.
En la Restauración soportó crisis agraria y censura conservadora. Gaviria (1874-79) mejoró la impresora de El Norte. Se centró en el trigo, no mostró inquietud social, atacó la huelga y defendió la caridad. Fue liberal entre 30 periódicos, La Crónica Mercantil a la derecha y La Libertad a la izquierda. Ortega y Zapata, Senador, Picavea o Núñez de Arce trataron la crisis castellana. Zorrilla no colaboró. Presionado por la prensa cortesana, caló en Palencia, Zamora y Santander más que en León, Burgos y Salamanca.
El segundo reto fue la modernización de Silió y Alba entre 1893-1936. Alba copó el Ayuntamiento y El Norte, donde lo llamaron El Prior por su periodismo vibrante y universal. Más que a la burguesía harinera dio voz al partido político liberal.
Royo Villanova (1902-06) insistió en el regionalismo anticatalán. Después El Norte reflejó la Gran guerra, la gripe y el conflicto sindical del creciente Valladolid. Colaboraron Martí y Monso, Agapito Revilla o Alonso Cortés, pero ningún escritor de la edad de plata de la cultura española. La exiliada Chacel sólo apareció en noticias. Con Alba, El Norte en la Dictadura fue perseguido, pero en la II República revivió independiente, próximo al Partido Radical.
Vio la guerra civil como efecto de la errónea inconsciencia republicana. Su director Cossío esperó que restaurara la paz social. En la postguerra El Norte, Diario Regional y Libertad sostuvieron al Valladolid pobre, patriótico y piadoso.
El tercer reto lo superó Delibes durante el desarrollo de Fasa de 1958-63. En 1954 ya escribía Martín Descalzo, premio Nadal y corresponsal del Vaticano II. Dirigieron El Norte 2 premios Cervantes y 3 Nacionales de Literatura. Entró en 1961 Umbral, corresponsal y testigo de Tertulias del Gijón y Movida madrileña. En 1963-67 lo dirigió Antonio González contra la censura franquista. En 1962-95 continuó el reto el literato y pensador Jiménez Lozano, promotor de las Edades del Hombre. Destacaron con Delibes Pérez Pellón, Manu Leguineche y Alonso de los Ríos.
Sólo El Norte animó a la región durante la Transición. Lo dirigió F.Altés (1974-92), heredero de Alba y Delibes y formado con Salcedo. Se alineó con UCD, tuvo crítica reaccionaria y socialista y tolerancia comunista. Colaboraron Rodicio, Lago, Rodero y Losada.
Al incorporarse en 1992 al Grupo Correo y luego a Vocento bajó su intensa afinidad castellana. Pero aumentó su presencia en la región al ser digital en 1997 y atender la cultura y literatura castellana en La Sombra del Ciprés.
Celebro los retos en su 170 aniversario subrayando su riquísima hemeroteca como archivo imprescindible para investigar la historia de la meseta norte.

El original se editó on line en la publicación conmemorativa de El Norte de Castilla, 1854-2024. 170 Años caminando juntos En issuu.com/elnortedecastilla/docs/170 aniversario

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Sobre el autor

El Mirador de Clío está redactado por Pedro Carasa, un historiador que tratará de observar el presente desde la historia. Se evoca a Clío porque es la musa griega de la historia y de la poesía heroica, hija de Zeus y Mnemósine, personificación de la memoria. El nombre de mirador indica que la historia es una atalaya desde la que proyecta sus ojos el historiador, como un busto bifronte de Jano, que contempla con su doble mirada el pasado desde el presente y el presente desde el pasado.