Llegó el tan esperado especial de Navidad de Doctor Who. Esperado, básicamente porque en él se presenta la que será la nueva ‘companion’ del Doctor después de la pérdida de los Pond. El capítulo no decepciona, es cierto. Y no lo hace porque se centra en lo que todos esperamos: la llegada de Clara. Los muñecos de nieve y toda la trama que deriva de ellos no es tan importante es un accesorio para su lucimiento, para que en pocos minutos nos demos cuenta de su carácter.
El personaje de la nueva acompañante es un total y absoluto anacronismo: independiente, divertida, liberada, con dos trabajos. Algo totalmente absurdo para una mujer de la Época Victoriana pero, ¿a quién le importa? Ella hace salir al Doctor de su retiro en las nubes, siempre dentro de la Tardis sin ocuparse de los problemas de la Humanidad.
El Doctor tiene los corazones (los dos) destrozados después de que los siniestros Ángeles Llorones se llevaran en el tiempo a Amy y a Rory. No quiere saber nada de aventuras y mucho menos de volver a tener un acompañante humano al que no puede ayudar.
Con este panorama llega Clara. La tabernera que encuentra un muñeco de nieve aparecido de la nada y, pasaba por allí, un hombre alto bajo sombrero de copa. Ella le pregunta por el muñeco y sus sospechas y ese momento le introduce en la aventura de su vida.
Pero el Doctor no está solo. Cuenta con un Sontaran, una mujer lagarto y una humana (las dos últimas son mujer y mujer, eso es diversidad y lo demás son bobadas) que intentan de todas las maneras posibles devolver al Doctor a su estado normal y sacarlo de la apatía.
Vale, los muñecos de nieve molan, que la nieve tome la forma de los miedos y deseos de las personas es fantástico pero si hay algo que roba el corazón en este capítulo es el apartamento que se ha montado en una nube con escaleras de caracol incluidas. Es esa parte la que vuelve a desbordar imaginación, un algo que te dice que en ‘Doctor Who’ todo es posible.
Clara es tabernera a ratos porque su principal ocupación es la de institutriz. Sustituye a la anterior que acabó muerta y congelada en un estanque. Ella sirve como base de ADN para que la nieve se adapte a los cambios y pueda sobrevivir al verano.
Durante el capítulo hay varios momentos entrañables que podrán ser memorables si lo que prepara este especial acaba dando lo que promete. Con beso incluido, también una Clara moribunda expresando sus deseos y, por encima de todos, el momento en el que El Doctor le entrega la llave de la Tardis.
La muerte de Clara no ha significado nada solo es el detonante para que El Doctor decida buscarla en el tiempo y en el espacio cuando se da cuenta de que ella ya ha muerto una vez en el cerebro de un Dalek. Y no es que Clara sea una antecesora de Oswind. Clara es Oswind y Oswind es Clara. Son la misma mujer durante la Era Victoriana y la actualidad. El pacto con el Universo que ha hecho El Doctor después de salvarlo en incontables ocasiones.
Se lanza así, de nuevo, a la aventura, a la adrenalina que tanto le gusta sentir. A correr entre planetas y universos sin despeinarse. Realmente no hemos conocido en ‘The Snowman’ a la ‘companion’ ya lo hicimos en ‘The Asylum of Daleks’, el primer capítulo de esta temporada. Un recurso tan tramposo como habitual en las historias que esconden viajes en el tiempo.
Las referencias a Sherlock Holmes y el machacón ‘Winter is coming…’ merecen menciones a parte porque si algo caracteriza a Doctor Who son las referencias a la cultura popular. Así lo hicieron el año pasado versionando ‘El león, la bruja y el armario’ y el anterior ‘Cuento de Navidad’ y esos maravillos peces espaciales que bajaban con la niebla.
Ahora solo queda esperar a que llegue el 50 Aniversario y ver que nos depara. De momento la química amorosa entre ambos personajes es muy evidente y parece que todo está preparado para que algo grande ocurra con los Daleks, Clara y el Doctor.