Entre abrazos y besos, ésta ha sido la frase más repetida esta tarde por los padres de los ruteros nada más verlos. No voy a adelantar acontecimientos, primero voy a empezar por el principio.
Esta mañana, la Ruta se ha dividido en tres grupos que han ido rotando para visitar el Museo del Prado, el Museo Naval y el Real Jardín Botánico, este último ha sido una visita imprescindible en esta expedición ya que es el lugar donde se guarda gran parte del legado de Mutis.
El equipo de prensa hemos comenzado por el Museo Naval junto con el grupo 3, parte del 1 y del 9. De todos ellos, me gustaría nombrarles a Juan Diego Arregui (grupo 9) ecuatoriano de nacimiento pero descendiente de vascos. Gracias a la admirable curiosidad de Juan Diego, ya que según él le interesa todo y pregunta cada vez que puede, y a las explicaciones de la guía hemos conocido más a fondo las colecciones.
Después, hemos visitado el Jardín Botánico, centro de investigación. Carlos III trasladó este Jardín al lugar actual, el Paseo del Prado, y trajo las ideas de la ilustración francesa basadas en el estudio de la ciencia, la naturaleza y la cultura.
Algunos ruteros afortunados han podido contemplar las láminas originales de la Real Expedición del Reino de Granada.
Ya queda menos para que lleguen los padres, pero antes de eso todos hemos ido a comer al campamento unos buenos macarrones y unas sabrosas albóndigas de nuestra querida Argui.
Como el grupo de adultos tiene más privilegios hemos salido a tomar un café y en 3 minutos que hemos estado en la puerta del Canal de Isabel II más de 6 padres se nos han acercado nerviosos e ilusionados para decirnos ¿ya habéis salido? ¿Se adelanta la hora de visita? ¿Salen ellos o entramos nosotros? La felicidad de los ruteros se veía totalmente reflejada en los padres que aguardaban inquietos en la puerta.
No son todavía las 5 (hora del reencuentro) y la puerta está llena, se nota emoción en el ambiente. Los monitores se acercan para intentar llevar a cabo una “salida ordenada”. Tras casi cuarto de hora de organización, cambiar de puerta, walkies que no paraban de sonar, padres asomados a la verja…los ruteros por fin salen en grupos, previa firma de autorizaciones por los padres.
Muchísimos abrazos y besos (un poco incordiados por las dos mochilas), allí esperaban padres, madres, hermanos, novios, novias, amigos… que no paraban de preguntar ¿qué tal os ha ido? ¿Estás contento? ¿Comes bien? Preguntas que no requerían respuesta, solo había que ver sus caras y su alegría. Por eso, la única pregunta que tenía respuesta desconocida para los padres era ¿quién se viene con nosotros? Aunque a los padres poco les importaba que fuese Kate, Marina, Yi LIng… Estoy segura de que la mayoría de familias que han podido acercarse a Madrid han “adoptado” por unas horas a más de un rutero que tiene su familia lejos.
Ésta es la verdadera familia rutera.