Hoy ha sido día de caminata y, lo que eso conlleva, día de historias. Muchas y diversas historias. Cuando tienes que hacer una etapa del Camino de Santiago de 21 km desde O Cebreiro a Triacastela, tienes 8 horas para conocer a ruteros, médicos, monitores… Es uno de los momentos de la ruta en el que más gente conoces. De hecho, acabas contándole tu vida al primero que pasa a tu lado.
Antes de comenzar la caminata, la alcaldesa de Triacastela, Olga Iglesias, nos ha dado la bienvenida al Camino de Santiago en O Cebreiro. A continuación, como en cada caminata de la ruta, los expedicionarios se han dividido en tres grupos: las águilas, los que van más despacio; los cóndores, los que tienen un ritmo medio; y los jaguares, los más rápidos. Jesús Luna, jefe de campamento, ha ido como siempre en cabeza de la expedición, aunque esta vez no ha sido él quien ha marcado el ritmo, sino que ha sido el salmantino Adrián Rincón. Adrián, pese a su discapacidad visual y a que era su primera caminata de montaña, afirmaba que no se ha cansado mucho. El único problema al que se ha enfrentado ha sido que “al no ver las piedras que hay en el recorrido, la zancada te pilla por sorpresa” aseguraba Adrián.
Antes de la parada para comer, he conocido a Laura, una chica de Venezuela encantadora. Laura me ha hablado de su familia, de sus 14 hermanos (por parte de padre), de sus estudios de derecho y de la situación del país. La verdad es que habré hablado con ella como una hora, pero ahora ya conozco un montón de cosas de su vida personal. Su historia es curiosa, lo que más me ha sorprendido de ella es que a pesar de tener 18 año va a empezar tercero de carrera. Y esto se debe a que como su madre era profesora la escolarizó antes.
En la comida he estado hablando con Diana, Lessly y Sergio de México y Nicole de Panamá. Me comentaban que ellos echan mucho de menos la comida de sus países porque la de aquí, dicen, es más insípida. Aunque os puedo asegurar que la de Argi está buenísima.
Al final de la etapa, he conocido al monitor de apoyo Carlos que, como dice él, ha venido a la ruta “porque se alinearon los astros”. Este ex rutero está hoy aquí porque otro monitor se lesionó una semana antes de que diera comienzo esta aventura. La persona que estaba de monitor de apoyo pasó a ser monitor de grupo y como él estaba de suplente pudo venir. ¡Cuando le llamó Luna para decírselo no se lo podía creer!
No puedo terminar esta crónica sin mencionar a Elena, subjefa de campamento y fundadora de la ONG Denaderu, un proyecto que ha creado junto con su hermana y un amigo para ayudar a una pequeña ciudad de Etiopía. Ella cuenta la historia y el objetivo que tiene esta ONG con tanta ilusión, que te apetece ir cuanto antes para allá a ayudar.
Mañana nos esperan otros 23 kilómetros y, seguro, que otras miles de historias…