Descubrí a Durutti Column en “La edad de oro”, programa trasgresor que sería muy difícil que alguna televisión emitiría en la actualidad (algo que da idea de lo que hemos avanzado). Allí descubrí a Almodóvar, a Miquel Barceló, a Ouka Leele o a los primeros Golpes Bajos de Cardalda y Coppini. Al grupo liderado por Vini Reilly (cuyo nombre hace referencia a la columna de milicianos anarquistas dirigida por Buenaventura Durruti) le presentaba Paloma Chamorro diciendo algo así como que no era un grupo para fiestas, aunque su música podía ser ideal para fiestas íntimas…. Y es cierto. Los (inclasificables) discos de este solitario anoréxico, con su salud siempre pendiendo de un hilo, poseen claros ecos de Erik Satie. Su música es etérea, melancólica, hipnótica, envolvente, protagonizada por unos arpegios personalísimos. Una especie de new wave de cámara con guitarras delicadas y ligeros guiños al jazz y a la electrónica. La cumbre del viaje onírico y maravilloso que Vini Reilly ofrece en cada uno de sus discos, tuvo lugar en 1984, año en el que grabó Without mercy, una inmensa suite dividida en dos movimientos. Para esta peculiar tentativa barroca con orquesta de cámara se inspiró en el poema de John Keats La belle dame sans merci, ejemplo paradigmático de mujer fatal, hechicera, vampira misteriosa, bella y sin piedad con los hombres, que le sirvió de excusa a Vini Reilly para componer una de las músicas más hermosísimas que yo he escuchado en mi vida, construyendo melancólicamente desde el piano el motivo de apertura e iniciando un viaje inolvidable en el que se van sumando instrumentos como el cello, el violin, el saxo o su inconfundible guitarra de arpegios dolientes. No conozco mejor música para recordar a la dama de los prados llena de belleza, a la niña de las hadas que me llevó a su gruta encantada donde cerré sus ojos salvajes para besarla hasta caer rendidos. La música ideal que me hace comprender, en fin, que la bella dama sin piedad me ha esclavizado de por vida. Y yo lo sé mejor que nadie. Solitario, pálido y vagabundo como el melancólico y embrujado Vini Reilly.