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Vicente Álvarez

EL FARO DE AQUALUNG

INVISIBLES (y 6)

Publicado en El Norte de Castilla el 7 de junio de 2007
Supongo que algunos se habrán dado cuenta de que, durante los últimos meses, han sido varias las veces en las que el tema principal del artículo ha estado protagonizado por el impactante documental, producido por Javier Bardem, ‘Invisibles’. Juro que no es debido a un momentáneo reblandecimiento de la sesera, ni siquiera al hecho de que el cabrón alzheimer haya comenzado a poner sus zarpas sobre mi cabecita de alhelí. Todo responde a una particular cruzada en la que moralmente me he sentido involucrado: la de intentar dar a conocer, de forma modesta, la tragedia diaria de millones de personas que parecen ser invisibles para el resto del planeta. Hay que recordar que esta ejemplar y necesaria propuesta de Médicos sin Fronteras nació con la idea de otorgar voz a los que nunca la han tenido y, para ello, los cinco directores que se involucraron en el proyecto escogieron cinco de los conflictos más desconocidos del planeta; tragedias que, a pesar de sus terribles consecuencias, apenas ocuparon siete minutos en los telediarios del año 2006. Para este último viaje a los infiernos recupero una grabación perteneciente a la presentación de ‘Invisibles’ en TVE no hace mucho. A ella asistía una de las protagonistas del último documental dirigido por Javier Corcuera y dedicado a la tragedia que se vive en Colombia donde más de tres millones de personas han sido desplazadas y son víctimas de los enfrentamientos entre guerrilla y ejército. Historia tremenda de desaparecidos, de torturados, de gente a la que se les baja de los autobuses y se les mata delante de sus familiares. Y todo ello para quedarse con unas tierras ricas en petróleo, esmeraldas y minerales. Desde hace muchos años, una santa compaña de campesinos sin tierra deambulan sin rumbo fijo desplazados en aplicación de la seguridad democrática de Uribe y estigmatizados por haber cometido el inmenso atrevimiento de intentar recuperar sus tierras. Veo a Luz Perdomo (31 años, cuatro hijos, y con marido, padre y hermanos asesinados) y no dejo de asombrarme de que ella y los que la acompañan sean objetivos de los paramilitares y del ejército tan solo por haberse propuesto luchar por sus tierras y regresar al sitio que les vio nacer y por el que murieron sus seres queridos. Para ello, para recordarles, dejan simbolos y pintan piedras con los nombres de los mártires de la tierra (cada piedra simboliza la ausencia de un familiar desaparecido). Les destrozaron la vida y los cuerpos pero los sueños no. La justicia del recuerdo es la mas implacable. Ellos saben mejor que nadie que el que olvida su pasado está condenado. Es una lucha tremendamente desigual pero de la que, tarde o temprano, van a salir victoriosos. Les apoyan la voz de las piedras y las metralletas del recuerdo.

Fin de la historia. Sospecho que no he conseguido nada. Nos hemos acostumbrado a la tragedia del tercer mundo y estamos ya anestesiados ante el dolor. El torrente de imágenes que nos llegan cada vez nos dicen menos. De todas formas, aunque parezca una utopía, se que estamos obligados a demandar a nuestros gobiernos y a las grandes empresas nuevos códigos éticos. Se que la solidaridad empieza por la información. Se que hay que intentar combatir el olvido. Se, en fin (y termino como empecé esta serie dedicada a ‘Invisibles’), que necesitamos a gente capaz de indignarse.

Sobre el autor

Escribe novelas y cosas así. Sus detractores dicen que los millones de libros que ha vendido se deben a su cara bonita y a su cuerpo escultural. Y no les falta razón. www.vicentealvarez.com


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