“Te di todo el amor que tengo, te di más de lo que podía dar”, así empieza esta biblia del romanticismo en boca de la pantera negra más hermosa del mundo. Elegancia, dulzura, emoción, melancolía soul-jazzy, atmósfera aterciopelada, una voz sensual e hipnótica, melodías sofisticadas, ritmos exóticos, voluptuosos arreglos con un suave tono de jazz, todo ello está en “Love deluxe”, el disco más acabado, homogéneo y envolvente de Sade, la enigmática cantante anglo-nigeriana que conmocionó la escena londinense de los ochenta. El inicio con “No ordinary love”, una de las canciones más románticas y hermosas que conozco (muchos hablan de ella como el más bello slow de la historia), deja paso a un puñado de joyas desbordantes de sensualidad. Sin embargo, Sade no se conforma solo con eso y su reivindicativa voz nos recuerda sus raíces africanas dejando paso a unos cuantos temas de crítica social: el desempleo en “Feel no pain”, el sida en “Like a tattoo” o el hambre en la desgarradora “Pearls” (la historia de una mujer en mitad de la miseria y del desierto, bajo un sol que le quema hasta los huesos, escarbando día y noche en la cuneta para buscar perlas con las que dar de comer a su niñita). Muchos no saben que Sade estuvo casada con un fotógrafo español y vivió unos años en España. Cuentan los que tuvieron la suerte de verla pasear por las calles de Madrid que es mucho más bella todavía al natural, y que la luz proyecta diamantes desde sus ojos. Desconozco, la verdad, si mi pasión por Sade es estrictamente musical. Se que durante muchos años, una foto suya desnuda tomada por el prestigioso fotógrafo Albert Watson (al igual que la portada de este disco), me recibía cada día en el fondo de pantalla de mi ordenador. También se que su música me proporciona estabilidad, tranquilidad, que me golpea como una bala, como una bala lenta. Es música para soñar que tiene la mágica virtud de ponerme tontorrón, mimoso. ¿Alguien me quiere acunar?