Publicado en El Norte de Castilla el 19 de julio de 2007
Es un tema que me indigna, que me enciende, que provoca en mí instintos homicidas. Odio el abuso de poder. Cualquier tipo de abuso de poder. Desde el que ejerce un superior sobre sus subordinados hasta el que viene dado por cosas tan simples y simiescas como la fuerza física. Y de todos los abusos de poder, el más repugnante, sin duda, es el que se practica en la intimidad del hogar familiar. Puro exhibicionismo de testosterona podrida. Algo que llevan tiempo intentándonos vender con el fétido eufemismo de ‘violencia de género’. El último asesinato (hasta el momento, porque esto es una plaga y entre que uno escribe y se publica el artículo, da tiempo para que un nuevo caso salte a la actualidad) ha sido bien cerca, en Segovia. Allí, un hombre ha matado a su mujer con un arma blanca y luego se ha ahorcado. Algo que algún gilipollas todavía esgrime como atenuante y que sigue reforzando los mitos en torno a la violencia de género. En realidad, solo uno de cada 10 agresores se suicida. Sin embargo, resulta muy triste que las noticias incidan tanto sobre este hecho. Mujeres apuñaladas, quemadas vivas, arrojadas al vacío, descuartizadas, atropelladas, golpeadas hasta la muerte, muchas de ellas indefensas, acorraladas, solas ante el monstruo durante años y años. Me resulta espeluznante el simple hecho de imaginar cómo es la vida de todas esas mujeres, cómo pueden sobrevivir al infierno cotidiano. El PSOE se comprometió en su día a dar prioridad al tema y se aprobó una Ley de medidas de protección. El resultado, sin embargo, es desesperanzador. En lo que va del 2007 son ya 41 las mujeres asesinadas (un 18 % más que el año anterior). Una de cada cinco mujeres es víctima de malos tratos en el propio hogar. Solo el 10% denuncia agresiones (y en el caso de inmigrantes, ni eso, ya que unen a su condición de víctimas la de irregulares, lo que les impide solicitar una ayuda que podría salvarles la vida). Hay otro dato tremendo: aunque las víctimas de malos tratos continuados suelen ser mujeres de cierta edad (que piensan que las cosas tienen que ser así), hay una tendencia descorazonadora en los últimos tiempos que indica que la mayor parte de los casos de violencia de género están protagonizados por menores de 35 años. A veces los datos fríos tienen muchísimo más poder que las metáforas y la literatura: El Consejo Europeo ha declarado la violencia doméstica como un «mal endémico», al ser la principal causa de muerte entre las mujeres de 16 a 44 años. La violencia de género mata y discapacita a más mujeres de 16 a 44 años en todo el mundo que el cáncer y provoca más trastornos de salud que la suma de las víctimas de accidentes de tráfico y paludismo. ¿Cuánta gente murió por actos terroristas durante el último año? Sin embargo, los políticos pierden el culo por ir a sus entierros. A Rajoy se le llena la barba de babas hablando todo el día de ETA. No quiero minimizar el problema terrorista pero en esto, como en tantas otras cosas, hay víctimas de primera y de segunda. El día en el que el presidente del Gobierno y el líder de la oposición vayan a los entierros de estas mujeres puede empezar a cambiar algo. Pero ellos se desayunan con el barómetro del CIS, donde este problema ocupa el puesto 19 entre las preocupaciones de los españoles. Y así nos va.