Publicado en El Norte de Castilla el 4 de octubre de 2007
Una exposición de treinta fotografías ha pasado por Valladolid en silencio. Denunciando, precisamente, el silencio. El silencio tras el que nos escondemos con tanta asiduidad y que tan cómodo nos resulta. La admirable organización humanitaria Médicos Sin Fronteras continúa su épica lucha criticando el olvido (político y mediático) que condena a millones de personas en el mundo a vivir enterradas en vida, en condiciones de extrema precariedad y danzando cada día valses de muerte y de horror. Y es que, frente al desdén de los líderes políticos occidentales, el pasotismo de la comunidad internacional y la casi nula presencia en los medios de comunicación, MSF se vuelve a sacar de la chistera lo imposible con tal de seguir mostrándonos esa ventana hacia el horror a la que nadie nos queremos asomar. Antes fueron los documentales de ‘Invisibles’ los que nos pusieron el corazón en un puño. Ahora han echado mano de unos cuantos fotógrafos que, cámara en ristre, nos escupen lo que hay al otro lado del espejo. «Momento no fotografiado, momento olvidado», comentan algunos profesionales de la cámara. Y es verdad. Cualquiera que haya contemplado la exposición fotográfica ‘Crisis olvidadas, vidas ignoradas’, está en disposición de matar para siempre la desidia. Treinta fotografías que, como treinta balas de plata, se introducen en tu cerebro y no dejan de repiquetear dentro de él. Un aquelarre de niños desnutridos, miles de familias desplazadas y enfermos de todas las edades sin la más mínima y elemental atención sanitaria. Los lugares elegidos por los fotógrafos son Chechenia, Colombia, Somalia o el Congo, pero podían ser muchos otros. Por ejemplo, el triángulo de la ignominia (las fronteras de Darfur, Chad y la República Centroafricana) donde se suman cientos de miles de cadáveres mientras la comunidad internacional mira a otro lado. Y es cierto que los datos son fríos y no nos dicen nada. En realidad, cada vez nos dicen menos. Por ejemplo que en el Congo haya un 90% de mortalidad infantil, 0,07 médicos por mil habitantes y un 64% de población mal nutrida. O que haya 40 millones de enfermos y tres millones de muertos al año por culpa del sida. Que el 70% (mal)viva en el África Subsahariana. Que allí más de siete millones necesiten tratamiento urgente con antirretrovirales y sólo dos millones lo estén recibiendo. Todos ellos son datos gélidos. Las fotografías, en cambio, escupen fuego. Clínicas móviles donde se hacen cirugías al límite. Salas improvisadas en hospitales. Un océano de tiendas de campaña y de chabolas inmundas donde se hacinan cientos de miles de desplazados. Niños hambrientos haciendo cola con una taza naranja en sus manos suplicando algo de comida. Un crío sentado en una cama acompañando a su madre enferma de sida. En fin, un auténtico viaje al infierno que, aunque nos horrorice, está a la vuelta de la esquina. Todas las fotos fueron tomadas entre el 2001 y el 2004, excepto una desasosegante fotografía tomada por John Reardon en un Centro de Nutrición de MSF en Mogadiscio en 1992. Lo hemos dicho muchas veces: el silencio nos hace cómplices. Y el olvido nos convierte en verdaderos terroristas de la indolencia y el abandono. Que al menos estas fotografías nos recuerden la realidad del otro lado del espejo. El que nunca atravesó Alicia. El espejo del país de los olvidados.