Publicado en El Norte de Castilla el 25 de octubre de 2007
Ha pasado más de una semana pero durante todo este tiempo he tenido curiosidad y paciencia para empaparme de las reacciones provocadas por la actuación estelar de Carod-Rovira en el programa ‘Tengo una pregunta para usted’ y, muy especialmente, las referidas a la intervención de dos vallisoletanos que acabaron convirtiéndose en protagonistas al insistir en dirigirse al político catalán llamándole José Luís. Yo lo tengo muy claro al respecto y, por supuesto, no me siento representado por esos dos pucelanos. Les guste o no les guste a muchas personas, el señor Carod-Rovira se llama Josep Lluís y su deseo es que todo el mundo le llame Josep Lluís (igual que podía ser su deseo el que le llamaran Pocholo o Popeye). El que alguien se dirija a él bautizándole de una forma distinta me parece una falta de respeto. Y en este caso resulta evidente que ambas personas lo hicieron con intención de ofender: en caso contrario hubiera sido muy sencillo rectificar y no decir tonterías como que no sabían catalán. No hay que saber catalán para llamar a la gente por su nombre, como no hace falta saber inglés para llamar por su nombre a William Shakespeare. Para rematar la faena, la segunda protagonista, también pucelana, vaya por Dios, manifestó un total y absoluto desprecio por la lengua catalana. Creo que no cuesta tanto respetar todos los idiomas y hacer un pequeño esfuerzo entre todos. Y si a George Clooney o a Richard Gere no les llamamos Jorge o Ricardo, no entiendo por qué nos molesta llamar a Carod-Rovira Josep Lluís. He oído torpes argumentos para rebatir esto. Los dos principales son que Carod es aragonés y se apellida Vélez (como si es de Camerún y se apellida Etoo: él se siente catalán y desea que le llamen Josep Lluís) y el otro remite a la tontería de que no decimos New York o London, sino Nueva York o Londres. Este tema daría para hablar mucho. En la RAE no se ponen de acuerdo pero los exónimos cada vez tienen más mala prensa y actualmente se acepta que tan sólo los topónimos más extendidos en cada lengua sean traducidos, siempre y cuando se respete en la medida de lo posible el nombre en el idioma original. No tiene nada que ver, en todo caso, con la polémica sobre los nombres. Otra cosa es que Carod diese, como casi siempre, una imagen lamentable: antipático, malhumorado, soberbio, bronco e inmensamente hipócrita. Comprendo que se moleste porque le castellanicen el nombre pero olvida que él no deja de hacer lo mismo de forma continua, que habla de Joan Carles de Borbó y que defiende el catalanizar todos los nombres castellanos. El respeto que pide él para la lengua catalana es el que no tiene para la castellana: él puede traducir los nombres que le dé la gana, multar a comerciantes que rotulen en castellano o darse un garbeo por el Paseo Joan de Borbó. Muchos son los que han estudiado en centros de Cataluña y, a su pesar, han visto como han catalanizado sus nombres. Eso lo defiende Carod, un provocador agresivo que no hace ningún bien a Cataluña. Pues eso, que como te digo una ‘co’ te digo la ‘o’. Que me exasperan los nacionalismos. Que los veo ridículos, fascistoides y anacrónicos. Lo catalán irrita a los nacionalistas españoles como lo español a los nacionalistas catalanes. A mí me encantaría que ambos se fuesen a freír puñetas y nos dejaran a los demás vivir en paz. Ah, por cierto, el mismo día en el que los foros echaban chispas y, en la mayoría de ellos, los vallisoletanos no salíamos muy bien parados se celebraba el cumpleaños de Miguel Delibes. Mira tú qué casualidad. Podemos ser protagonistas a nivel nacional con paisanos verdaderamente relevantes.