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Vicente Álvarez

EL FARO DE AQUALUNG

GENTE DE CASA

Publicado en El Norte de Castilla con motivo de la 52 Semana Internacional de Cine de Valladolid
Una de las señas de identidad que distinguen a un buen festival de cine es la de contar con una serie de directores habituales, muchos de ellos descubiertos por el propio festival. En la Seminci tenemos muchos ejemplos, desde Bergman a Loach pasando por Egoyan, Guediguian o Kierostami. La última perla descubierta por la Seminci responde al nombre de Matías Bize, un jovencísimo director chileno que en 2005 se alzó con la Espiga de Oro por su trabajo ‘En la Cama’, en 2006 fue jurado y este año hace doblete con ‘Sábado’ y con ‘Lo Bueno de Llorar’. Matías Bize es un director que hace las películas que a mí me gustaría rodar. Películas que emocionan, que cuentan historias sencillas con pocos personajes. Películas honestas rodadas con ardor experimental. Cine íntimo, personalísimo y de autor en el mejor de los sentidos. Lo decía José Luis Guerín hace bien poco: “frente a grandes películas sobre el conflicto de Irak, para mí un chico y una chica que se miran es el tema más trascendente de la Humanidad”. Ésa es la filosofía que mueve el cine de Matías Bize.

“Sábado”, su primer largo, no deja de ser un experimento de dirección con resultados asombrosos. Una película originalísima y provocadora en su sencillez. Una historia en tiempo real resuelta en único plano secuencia. La venganza de una novia que, a punto de casarse, se entera de que ha sido engañada y los 65 minutos que van desde que la amante de su novio le da la tremenda noticia hasta que ella pide al cámara que está grabando todo que deje de hacerlo. Una mezcla de teatro, cine y performance que dio paso a su siguiente proyecto, la exitosa “En la cama”. Una película que empieza y termina dentro de la habitación de un motel. Dos personajes y una cama. Nada más. Una historia de una relación casual, de contrabando, la de una pareja que tienen sexo, fuman, atienden a sus móviles, ven la televisión, espían sus carteras y, sobre todo, hablan. Lo peor es que comienzan a entenderse y surge el conflicto: “¿Por qué estamos haciéndonos esto? Hablar, como si nos quisiéramos conocer. Como si tuviéramos un futuro”. La película va de lo físico a lo emocional. Lo que comienza como una película de susurros, de gemidos, de amantes que no saben su nombre, termina como una fascinante exposición de cicatrices sentimentales. La filosofía de la intimidad va surgiendo sola. Ya se sabe que el sexo casual no es nada. También que en una cama siempre hay, al menos, cuatro personas. Y que la cama es el sitio donde amas pero también donde sueñas y donde engañas. La película obtuvo más de treinta premios internacionales y la oportunidad de rodar en España “Lo bueno de llorar”, un film donde la excitada parlería de “En la cama” se transforma en agobiantes silencios. Ahora Bize nos habla de una pareja a punto de romper (“¿Qué nos ha pasado? ¿Qué hemos hecho mal?”). Otra película intimista, rodada en tiempo record y resuelta a partir de grandes planos secuencia en la que el director vuelve a concentrar los acontecimientos en un cortísimo período de tiempo. Cine de emociones marca de la casa. Por eso, desde ya, esperamos la siguiente historia de nuestro chileno preferido.

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seminci

Sobre el autor

Escribe novelas y cosas así. Sus detractores dicen que los millones de libros que ha vendido se deben a su cara bonita y a su cuerpo escultural. Y no les falta razón. www.vicentealvarez.com


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