Publicado en El Norte de Castilla el 8 de noviembre de 2007
Las teorías conspiratorias nos ponen cachondos. Son carne de thriller hipnótico, de novela embaucadora, de cómic seductor. También de reportajes más o menos profesionales. Uno de ellos está arrasando en Internet. Se titula “Zeitgeist” y es un documental sobre el papel de la religión y los gobiernos en el control de la sociedad. Se divide en tres partes. La primera de ellas profundiza en el poder que otorga la religión a unos elegidos y las similitudes entre el cristianismo y la religión egipcia. La segunda ahonda en la gran mentira del 11-S. Nada que no hayamos escuchado antes (aquí mismo se habló de “Loose Change”, un documental magnífico que hablaba de lo mismo). La tercera parte, sin embargo, es la que pone los pelos de punta. Nos apartamos de esoterismos vacuos y de conspiraciones paranoicas. Con el significativo título de “No presten atención a los hombres de detrás de las cortinas” nos presentan a los poderosos tipos que controlan todo desde la sombra y que, desde principios del siglo XX, han impulsado guerras con el repugnante fin de hacerse con más poder y dinero. Algo que sospechábamos pero que, hasta ahora, no nos había sido revelado con tantas pruebas y datos. Algunos no tienen desperdicio. Las instituciones bancarias son más peligrosas que los ejércitos y la cosa más lucrativa para los banqueros es la guerra. Todas las guerras comienzan con ataques de falsa bandera. El hundimiento del Lusitania fue la excusa para entrar en la Gran Guerra: 323.000 yanquis muertos por 200 millones de dólares que ganó Rockefeller. El ataque a Pearl Harbour (sabido de antemano, deseado y provocado) llevó a EEUU a la II Guerra Mundial para que unos cuantos se lucraran. Y el 11-S a la guerra de Irak. La no finalización de esta guerra es lo que verdaderamente desean: que se eternice para que la región se divida, que se maten entre ellos y se pueda mantener el dominio del petróleo, que los contratistas de Defensa sigan recogiendo descomunales beneficios y que se establezcan las bases militares para usarse como puntas de lanzamiento contra otros países petroleros no dispuestos a ceder (Irán y Siria). Para finalizar, “Zeitgeist” nos avisa de que el Gran Hermano está a punto de llegar y de que ya han ganado casi la guerra para quitar libertades a la gente. Ahora quieren colocar un chip a todo el mundo. Ya está en los pasaportes y van a implantarlo en la piel: seguirán nuestros movimientos por todo el planeta y, si alguien se desmanda, apagaran sus chips. Parece la trama de una película de ciencia-ficción o de un cómic futurista, ¿verdad? Esto da más miedo todavía que las teorías conspiratorias que tanto utilizan algunos para sus fines políticos. La sentencia del 11-M ha confirmado que ETA no tuvo nada que ver. Que no se manipularon pruebas, que los explosivos eran de Mina Conchita y que la masacre fue obra de una célula yihadista. Para no dar su brazo a torcer, reclaman ahora a los autores intelectuales, los que su gurú dijo que no andaban en desiertos muy remotos ni en montañas muy lejanas. Puestos a buscar autores intelectuales, a mí me encantaría que se juzgara a todos aquellos que, con sus bastardas teorías, han envenenado la convivencia de los españoles. O a los autores intelectuales que han provocado la muerte de 650.000 personas en Irak. De hecho, hay foto de ellos. Andaban por las Azores y algún primo de Rajoy seguro que nos pasa una copia.