Publicado en El Norte de Castilla el 15 de noviembre de 2007

Recuerdo cuando me sentaba en el sofá con la intención de ver alguna serie interesante. Recuerdo que siempre me sentía estafado por culpa de los continuos cortes de publicidad. O de los cambios de horario y día. Recuerdo que algunas series eran retiradas definitivamente de la parrilla porque a los gerifaltes de la cadena se les ponía en las pelotas. Por eso me dedico ahora a recuperar algunas de ellas. Por ejemplo, la inolvidable “Doctor en Alaska”, tal vez la primera serie maltratada por las cadenas. Supongo que por todo ello se agradece tanto el que exista un programa que, desde dentro, dinamite a los propios programas de la tele. Los chicos de “Sé lo que hicisteis” se han convertido en el azote de la televisión mediocre y soez. Un programa necesario que utiliza como mano de obra la ironía inteligente, el sarcasmo descarnado y el humor ácido. Se han instalado en horario de programas de corazón y de telenovelas y, poco a poco, se están comiendo parte del pastel superando en audiencia, en algunas ciudades, al nefasto “Aquí hay tomate” (eso sin contar con que es el programa de la televisión española más visto desde Youtube). Te sorprenden cada día con sketchs desternillantes (memorable el de los “Latin Lovers” enfrentándose a los “Tomate Kids”), con chistes trabajados, con contenidos novedosos y tendiendo trampas a otros programas del mundo rosa para demostrar que muchas de las noticias que esos programas generan salen a la luz sin ser debidamente contrastadas. Se meten con todo dios pero, muy especialmente, con los petardos de siempre, con Jaime Peñafiel (que desde siempre quiso ser princesa), con la “profesional” Cristina Tárrega, con la Patiño, la Hornillos y el sursuncorda. Es saludable, en fin, reírse de las garrapatas que viven de la prensa rosa y de toda la mierda que rodea el mundo de la televisión. Sobre todo si se hace con un humor inteligente. El máximo culpable de ello es Ángel Martín, carne de Paramount Comedy, verdadera cantera del humor español. Y, junto a él, Patricia Conde, un verdadero descubrimiento para mí. La pucelana (con una risa contagiosa que encandila) borda su papel de rubia tonta con mentalidad de cuatro años y con repentinos desajustes mentales: alguien capaz de levantarse de la mesa sin dar explicaciones, de tirarse al suelo, de hablar con muñecos, mandar besos a gente como Bruce Willis (“le estás mandando besos a un tío de Estados Unidos cuando hay media España que no pilla La Sexta todavía”) o de dar un botellazo a su compañero porque “el señor de La Sexta me ha dicho que metamos sexo o violencia para subir la audiencia”. La complicidad entre ellos es la clave del éxito del programa. Pero es que, además, acaban de fichar a Dani Mateo (el mejor comunicador de la televisión, muy por encima de Buenafuente, Sardá o Eva Hache) quien ya nos ha dado su particular punto de vista de la Cumbre Iberoamericana que terminó como un programa de Salsa Rosa y del momento Mariñas del rey (que te calles, Karmele). Estos tipos son ya imprescindibles y se han convertido en los ídolos de toda una generación de telespectadores encabronados. Además, son listos y autocríticos. La verdad es que no se cortan en reírse directamente del payaso de su jefe cuando les da la gana. Aunque, claro, juegan con ventaja: Milikito es el único jefe al que se le puede llamar payaso sin que se enfade.