¿Habría sido feliz Ulises si hubiera conseguido olvidarse de Ítaca? ¿Qué habría pasado si hubiera probado la flor de loto, la flor del olvido? Acabo de ver “Otros días vendrán” y de leer el poema de Pablo Neruda de mismo título. Tal vez por eso he hecho caso a los amigos que me recomiendan que deje a un lado los “Días de blues” y me entregue a la picadura silenciosa de otras músicas menos tristes. Poco a poco. No vamos a pasar, de repente, de Gary Moore a Village People, de Pink Floyd a Boney M. (y eso que yo con un pelucón afro gano mucho). Así que hoy regreso con unos minutos musicales para celebrar un 16 de febrero, cualquier 16 de febrero. Un 16 de febrero es un buen día para recordar besos, arañazos de gloria y noches con los colores del arco iris. Pero, sobre todo es un buen día para escuchar a Bruce Springsteen, para bailar en la oscuridad, para descubrir a esa preciosidad morena que sube al escenario. Premio para quien la reconozca.