Es lo que tiene tragarse dos debates y seguir la campaña electoral de una forma más o menos continuada. Que uno acaba grillado. ¿Sirve para algo todo esto? Sospecho que todos tenemos claro a quién vamos a votar o, en el peor de los casos, a quien no votaríamos jamás. De hecho, el verdadero debate ha tenido lugar los últimos cuatro años. Aun así, los partidos políticos se van a gastar 50 millones de euros en esta campaña. Para mí es un auténtico expediente X el ver recintos inmensos llenos de gente agitando sus banderitas mientras aclaman a su candidato. Y todo para escuchar lo de siempre: provocaciones de última hora con el fin de pescar votos. González llamando imbécil a Rajoy. El líder de los populares canarios (un clon de Aznar, por cierto) mezclando la inseguridad con la violación y supuestos asesinatos de unos niños secuestrados. Touriño comparando a Rajoy con Isabel la Católica. Los obispos pidiendo el voto a los que no hayan dialogado con ETA, es decir a Izquierda Unida. ZP diciendo a su amigo Gabilondo que le interesa que haya tensión. Cañete echando en falta a aquellos maravillosos camareros patrios. Ana Mato llamando analfabetos a los niños andaluces. Bermejo advirtiendo de que PP y ETA coinciden en «predicar» la abstención. Aznar, en fin, entrando en campaña con su jersey rosa de pico, en plan Pantoja, con idéntica melena y bigote, y diciendo que ZP sigue negociando con ETA (supongo que se lo habrán dicho los etarras y que conservará el contacto de cuando dialogó con ellos). Unos proponiendo plantar 500.000 árboles (un parque del Retiro cada hora durante cuatro años) y otros crear dos millones de puestos de trabajo (¿igual que los 800.000 prometidos en su día por Felipe González?). Lo peor de todo, sin embargo, lo más indecente y peligroso, es el último cartucho utilizado por los populares: el de emprenderla con los inmigrantes a través de una serie de medidas asquerosamente populistas y demagógicas que va a encontrar un propicio caldo de cultivo entre cierta gente desinformada que piensa que los inmigrantes les están quitando puestos de trabajo. Hay cosas que deberían de saberse. Por ejemplo que la contribución de los inmigrantes es esencial para mantener la Seguridad Social ya que este colectivo aporta unos 8.000 millones de euros al año en cotizaciones al sistema público (el equivalente a 900.000 pensiones). Frente a ese voluminoso ingreso, el gasto en pensiones para inmigrantes es ínfimo: por cada uno que cobra pensión, hay 30 cotizando (entre los españoles hay tres). Los inmigrantes han desempeñado un papel primordial en el crecimiento económico de los últimos años. Eso sin contar con que las diferencias de edad entre la población española y la inmigrante son tales que, de no haber trabajadores extranjeros, sería imposible cubrir toda la oferta de empleo, puesto que no hay gente joven suficiente para ello. Muchas cosas como ésas deberían de decirse bien alto y claro y no generalizar de una forma tan apestosamente xenófoba. Cuando sea mayor la niña de Rajoy, ésa que se ha convertido en la verdadera estrella de la campaña electoral, tal vez tenga que dedicarse a atender a niños y a ancianos, a recoger basura y fregar escaleras, a trabajar en la construcción o en el campo. Alguien tendrá que hacerlo, ¿no? Por cierto, ¿soy yo el único que piensa que si todos los inmigrantes pudiesen votar, el PP nunca habría puesto sobre la mesa este tema?