Escuché esta canción por primera vez como sintonía de un anuncio de cerveza. Pensé que se trataba de Pat Metheny: la voz de Pedro Aznar utilizando el spelling (técnica del jazz en la que la voz imita a un instrumento musical entonando una melodía sin letra) le delataba. Me confundí. Se trataba de Vicente Amigo aunque, por supuesto, Pedro Aznar era el que ponía las voces. “Tres notas para decir te quiero”, título precioso y evocador, formaba parte de “Ciudad de las ideas”, disco con el que Vicente Amigo ganó todos los premios posibles, entre ellos el Grammy latino. Un homenaje al poeta griego Kavafis donde se mezclaba el flamenco con otros sonidos llegados del jazz, el bolero, el tango o la música andaluza de raíces moriscas. El guitarrista cordobés se ha convertido, sin duda, en el sucesor del maestro Paco de Lucía, triunfando en todo el mundo gracias a haber creado un lenguaje propio lleno de mestizaje, espiritualidad y sentimiento. A través de trabajadas melodías y de un talento grandioso, Vicente Amigo ha sabido acercar el flamenco a todo tipo de públicos realizando fusiones con el pop o el jazz sin por ello adulterar la esencia del flamenco. Una muestra de ello es esta maravillosa canción: el ejemplo perfecto de cómo hacer magia con la guitarra, de cómo acariciar las cuerdas y llegar al alma, de cómo buscar en el aire el compás, de cómo transportarte a lugares inimaginables. Y es que Vicente Amigo es un poeta con su guitarra. Él no la toca: la corteja , la mima, la agasaja, coquetea con ella como si fuese una amante, la hace llorar, cantar y reír. “Tres notas para decir te quiero” te regala una de las melodías más hermosas que yo recuerde. Un poco de raíces y de alegría mezcladas con romanticismo. Tres notas, dos palabras, un beso. Fuerza y pasión, con un sonido transparente y cálido. Toda la belleza y esplendor del toque flamenco pasados por el filtro tropical de pincelada jazzística en los coros de Pedro Aznar: la banda sonora ideal para nuestra particular historia de amor.