Publicado en El Norte de Castilla el 20 de noviembre de 2008
A veces algún correo electrónico, de los muchos que nos acuchillan los ordenadores cada día, tiene la poderosa virtud de abrirnos los ojos a noticias que, de otra forma, nos habrían pasado desapercibidas. Es el caso del discurso pronunciado por el fotorreportero Gervasio Sánchez al recoger el Premio Ortega y Gasset de Periodismo Gráfico. La obra premiada representa a la mozambiqueña Sofía Elface, una mujer que a los once años perdió las piernas por culpa de una mina anti-persona. Está tumbada, durmiendo junto a su pequeña hija Alia. La impactante imagen representa la fragilidad e indefensión de las personas sometidas a la brutalidad de la guerra. El propio fotógrafo tiene a Sofía como hija adoptiva (la conoció con 14 años y la ha visto llorar, gritar de dolor, crecer, enamorarse, tener hijos, sufrir a la hora de cambiar sus prótesis y no contar con dinero para hacerlo) y ve en ella el ejemplo de tantos y tantos seres humanos que viven en los estercoleros del mundo mientras no dejan de luchar por sobrevivir. «No hay nada más bello que ver a una víctima de la guerra perseguir la felicidad». Gervasio ha puesto imágenes a la monstruosidad de las principales guerras del último cuarto de siglo. Sus necesarias fotografías nos han ametrallado el alma y nos han enseñado que la guerra representa el mayor fracaso del hombre. Sus trabajos nos desnudan el alma y su voz crítica pone a los culpables bajo el dedo acusador. Gervasio Sánchez nunca se ha callado y ha denunciado a los distintos gobiernos que se han sucedido en España por su cinismo político y su complicidad con el horror. Ya sacó los colores a Trillo con un discurso contundente en el Congreso. A su regreso de la guerra de Irak, denunció la coalición maldita de las Azores y la decisión unilateral de Aznar de ir bajo el palio estadounidense a luchar en una guerra completamente manipulada. Ahora, al recibir el prestigioso Premio Ortega y Gasset, no ha dejado de fotografiar con su verbo contundente a la clase política en un discurso incendiario que, de manera vergonzosa y ruin, ha sido silenciado. En él, acusó a todos los gobiernos españoles, desde Suárez a Zapatero, pasando por Calvo Sotelo, González y Aznar, de haber sido grandes exportadores de minas, de dedicar pocos esfuerzos para ayudar a las víctimas, de permitir las ventas de armas españolas en países en guerra. «Me siento escandalizado cada vez que me topo con armas españolas en los olvidados campos de batalla del tercer mundo y me avergüenzo de mis representantes políticos». En el acto estaban presentes la Vicepresidenta del Gobierno, varios ministros, Esperanza Aguirre, ex ministros del PP, el alcalde de Madrid y otras muchas autoridades. Políticos todos ellos que tuvieron que sonrojarse de tener un mínimo de dignidad. El discurso de Gervasio Sánchez ha ido más allá, revelando que el mismo Gobierno que incide en su mensaje contra la guerra ha duplicado la venta de armas (España es ya la octava potencia en este criminal escalafón). Hace poco le preguntaron que si con Obama cambiarían las cosas. Gervasio se limitó a contestar que Clinton y Al Gore vendieron armas como verracos aunque ahora vayan de salvadores del planeta. Visto lo visto, la gente como Sofia Elface lo tiene crudo.