Acabo de ver un vídeo que me ha encogido el corazón. Sucedió en una autopista de Chile. Un perro que trata de cruzar la vía es atropellado por un coche y queda tendido en el suelo, malherido. Otro perro, poniendo en peligro su vida y sorteando el tráfico, llega hasta el animal moribundo y lo arrastra con la boca hacia un lugar seguro en el arcén de la carretera. Estos comportamientos de los animales no dejan de sorprenderme. ¿Quién dice todavía que los animales no tienen sentimientos cuando, en muchas ocasiones, son más humanos que los propios humanos? El vídeo del perro chileno me ha hecho recordar uno de los vídeos más vistos de Youtube. Me refiero a la conmovedora historia del león Christian, una historia que nos demuestra que el amor verdadero nunca muere. Hay animales que nos regalan lecciones de fidelidad, cariño, amor, amistad y agradecimiento de las que muchas personas tendrían que tomar buena nota.

En 1969, Anthony Bourke y John Rendall, dos australianos que vivían en Londres, compraron un cachorro de león en el departamento de animales exóticos de Harrods. Christian (asi llamaron al león) demostró ser un animal muy inteligente y cariñoso. Un sacerdote de una iglesia cercana permitió a los chicos que llevaran al cachorro, cada vez más fuerte y brusco en sus juegos, a entrenarse y pasear a diario en el parque cerrado de su iglesia. Pero el cachorro crecía y crecía y ya era imposible que siguiera viviendo con ellos. Entonces, Bourke y Randall decidieron llevarlo a África y devolverle a su vida salvaje. Contactaron con George Adamson, Baba ya Simba, que acogió al cachorro en su reserva llamada Kora, en Kenia. Allí Christian pronto se adaptó a su nueva vida, se unió a una manada e incluso tuvo cachorros. Sus amigos quisieron tener la oportunidad de ver por última vez a Christian. George les advirtió de que, por el paso del tiempo, tal vez ya no los reconocería. Aun así, los dos amigos se arriesgaron…