En su día a George Winston se le encasilló dentro de la difusa etiqueta de la new age. Era el principal referente de dicho movimiento y el más exitoso músico de la mítica Windham Hill, la discográfica independiente especializada en música instrumental contemporánea. El se limitaba a decir que tan sólo era un pianista de folk rural. Se hizo famoso con cuatro álbumes conceptuales dedicados a las cuatro estaciones. El más memorable de ellos el dedicado al invierno, este “December” que ya ha vendido más de un millón de copias y que sugiere, como ningún otro, la luz, el ambiente y el clima gélido del invierno, como si cayeran copos de nieve sobre el emotivo piano que escuchamos. Una obra de arte en forma de pequeñas piezas para piano. Un álbum intimista, un disco mágico, nostálgico, sereno e introspectivo. Junto a alguna composición propia memorable (“Thanksgiving” es una de las canciones de mi vida) y otras de compositores contemporáneos, George Winston nos regala escalofriantes variaciones de compositores clásicos (“Joy”, de Bach, o el famoso “Canon” de Pachelbel) y recupera magistralmente algún villancico tradicional europeo. Disco ideal para esta época, música para escuchar de noche, dejando que el silencio estalle en mil pedazos con la melancolía de sus notas. Entre el turrón, el champán y la nieve, nada como escuchar el “December” de George Winston. Eso sí, las autoridades sanitarias advierten de que su simple escucha puede producir escalofríos. Avisados quedan. Sobre todo los enfermos de saudade.