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Vicente Álvarez

EL FARO DE AQUALUNG

BUDAPEST


Es un pecado no haber dedicado hasta hoy unos minutos musicales al viejo Aqualung. En muchas entrevistas Ian Anderson ha declarado que su canción favorita es Budapest. Pertenece al disco “Crest of a knave”, una vuelta al sonido más clásico y tradicional de Jethro Tull tras los experimentos sintetizados de principios de los 80. Disco polémico y genial a partes iguales. Algunos indocumentados criticaron a Ian Anderson el imitar la voz de Mark Knopfler. La realidad es que una complicada operación de garganta provocó el que tuviese que bajar varios tonos su voz (en todo caso, “Crest of a knave” pasaría como el mejor disco de Dire Straits de la historia). Por si ello fuera poco, el disco ganó el Grammy al mejor álbum de Hard Rock-Metal en 1989. Ignorados toda la vida, se acordaron del mejor grupo de rock de la historia para nominarlos en la categoría heavy, junto a AC/DC y los grandes favoritos, Metallica. El viejo Aqualung se parte de risa cuando recuerda la anécdota. Lo mejor de la noche, dice, fue la cara de Alice Cooper al recoger el premio en nombre de los ganadores ausentes, entre abucheos de los críticos y los fans. “Bueno, somos un grupo hard-rock que tocamos con mandolinas….”, acostumbra a excusarse Ian Anderson entre risas. La cosa no quedó ahí. Cuando Metallica ganó el Grammy en 1992 declararon, a la hora de recogerlo: “Gracias a Jethro Tull por no haber editado un álbum este año”. Anécdotas, en fin, que rodean a un gran disco repleto de magníficas canciones con el sello inconfundible de Jethro Tull (esa mezcla única de rock, blues, folk y música de cámara) lideradas por un tema épico, de diez minutos de duración, aunque al parecer se grabó una versión de 22 minutos que ocupaba toda la cara del LP. ¡Budapest, qué suerte tuviste! Elegantes solos de flauta y guitarra acústica acompañados por preciosos fraseos punteados de guitarra eléctrica y por unos cambios magníficos de ambiente, convierten a Budapest en una de las canciones más hermosas de Jethro Tull. Tema memorable que habla sobre los pensamientos de unos viejos rockeros mientras observan a una chica del backstage. Una mujer de piernas infinitas y sonrisa perfecta, capaz de hacer detener los corazones de los músicos mientras les sirve vino blanco y aparece ante ellos como una extraña visión sobrenatural en forma de preciosidad con piel de mar satinado. La historia de una noche caliente en Budapest. ¡Qué mejor sitio para las noches calientes!

Sobre el autor

Escribe novelas y cosas así. Sus detractores dicen que los millones de libros que ha vendido se deben a su cara bonita y a su cuerpo escultural. Y no les falta razón. www.vicentealvarez.com


diciembre 2008
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