Somos así de caprichosos. Mientras Obama es investido emperador, en Gaza recogen cadáveres y la crisis galopa y corta el viento cuando pasa por el puerto caminito de Jerez; mientras ocurre todo eso, aquí nos enredamos con la foto de Soraya.
A los políticos les gusta el burbujeo de los focos y las bambalinas. Por eso acostumbran a doblar su cínica sonrisa del Congreso y sus almidonados trajes de faena para confesarse en revistas y dominicales. La gente lo agradece porque entiende que el Belcebú que maneja nuestros dineros también tiene su corazoncito. Baja de su pedestal, nos mira a los ojos y nos dice que a él también le gustan las sopas de ajo. Lo hacen todos y no suele ocurrir nada. Al menos si no eres mujer: sólo hay que recordar la polémica que acompañó el posado de las ministras en ‘Vogue’.
Ahora la historia se repite y la damnificada es Soraya Sáenz de Santamaría. Por el medio ha quedado la pobre Carme Chacón que cometió el imperdonable pecado de lucir en la Pascua Militar un traje de chaqueta pantalón de la diseñadora Purificación García en vez del tradicional vestido largo de gala. Ella se ha defendido diciendo que los que la critican son los mismos a los que no les gustó que hubiera un Gobierno con más mujeres que hombres y que hubiera una mujer como ministra de Defensa (y encima, embarazada). Tiene toda la razón. ¿Quién no recuerda los insultos que llegaban desde las barricadas de las ondas episcopales? Hablaban del batallón de modistillas de ZP, de Aída ‘la flamenquita’ y de Chacón ‘la del bombo’, a la que sólo aceptaban «como animal de compañía, de batallón, de regimiento, de brigada y de división».
Estos últimos días los comentarios retrógrados, homófobos, intolerantes y machistas se han vuelto a destapar y la víctima ha sido Soraya por haber aparecido en un dominical para escándalo de una derechona rancia a la que el reportaje fotográfico parece haberle escocido especialmente.
En realidad, lo único que resulta frívolo es que lo haya protagonizado alguien de un partido que nos dio el coñazo con la foto de las ‘Vogue Girls’. Rajoy dijo entonces que el reportaje de las ministras era «impropio de personas decentes» y que «mientras el petróleo sube, las ministras hacen el ridículo». Ahora ha plegado velas y reconoce que el PP no debió criticar aquella foto.
Se agradece que alguien se disculpe en este corral de buitres en el que se ha convertido la política. Rajoy añade que la foto de Soraya es bonita y que sólo hay que juzgarla por su trabajo. En el fondo, Soraya ha pecado de ser más ingenua que Heidi y Forrest Gump juntos y ha acabado cayendo en la trampa de avezados zorros. Un periódico le propone un reportaje para un dominical y el mismo periódico utiliza malvadamente una de esas fotografías para llevarla a portada dos días antes y sin una sola línea en páginas interiores. El resto ya lo sabemos.
En la cadena de los obispos la comparan con una prostituta y a su posado con «uno de Rajoy en tanga» mientras insisten en que insinúa algo escandaloso. Plan maquiavélico, puñalada gratis y el PP extremo frotándose las manos y mirando con lupa el modelito de Soraya. Eso sí, quizá todo hubiese cambiado si la hubiese vestido Ágatha Ruiz de la Prada.