Se trata de la etapa más mítica y memorable del ciclismo moderno. Sucedió en el Giro de 1988, entre Chiesa di Valmalengo y Bormio, con el terrible monte Gavia en los últimos kilómetros. Aquel día quedó marcado en la memoria colectiva de toda una generación. Pocas imágenes tenemos del infierno que se desató pero todas ellas hablan de una etapa dantesca. De hecho, los corredores que consiguieron terminar se convirtieron en héroes y, desde entonces, todos lucieron en su particular currículum, como mayor hazaña, haber franqueado el Gavia ese día.
Cuando comenzó la subida, en mitad de una apocalíptica tormenta de nieve, los corredores comprendieron que entraban en el averno. Aun así, Van der Velde se escapó del pelotón e, incluso, llegó a coronar en solitario. Fue la última vez que se supo de él. Tras una ascensión diabólica, llegaba lo peor: el descenso. En la cima, los corredores se abrigaron con lo que pudieron. Muchos comenzaron a llorar como niños negándose a bajar. Algunos se metieron en caravanas de espectadores para intentar entrar en calor. El poco público que había frotaba las manos de los corredores para devolverles la sensibilidad ya que no tenían fuerzas ni para frenar. Algunos reconocieron haberse orinado encima para entrar, aunque fuese durante unos segundos, en calor…. Como hemos dicho, lo peor estaba por llegar. En los