Acaba de cumplir cincuenta años y sigue siendo una diosa. No me puedo creer todavía que, a estas alturas, no le haya dedicado unos minutos musicales a la cantante más preciosa del planeta. En pleno estallido de la new age, Sade conmocionó a todo el mundo con su elegante propuesta de soul+jazz y, con sus dos primeros singles (“Smooth Operator” y “Your love is king”), consiguió enamorarnos a todos, convirtiéndose, de paso, en un auténtico icono de la modernidad. Sade ha conseguido como nadie hablarnos de amores más grandes que el lago Victoria y más altos que el Empire State. Ha cantado siempre al más dulce de los tabúes, a amores que exceden la categoría de lo ordinario y no ha parado de preguntarse en todos estos años si es un crimen el que te siga echando de menos y el que te siga queriendo….
Sus contadas apariciones públicas, su mítica resistencia a ser entrevistada y a aparecer en público, y sus cada vez más largos períodos de silencio entre disco y disco (en 25 años de carrera tan sólo ha editado cinco discos de estudio), han aumentado su leyenda y su misterio. Dicen que la princesa del soul, tras nueve años, está a punto de volver. “Cuando te pierdas, cuando estés solo y no puedas regresar, yo te encontraré, cariño, y te llevaré de vuelta a casa. Si quieres llorar, yo estaré aquí para secar tus ojos y, en poco tiempo, estarás mejor”.
El 13 de julio de 1985, bajo el lema “Live Aid” y con el fin de recaudar fondos para el África Oriental, subieron al escenario de Wembley Paul McCartney, Queen, Dire Straits, Status Quo, Spandau Ballet, U2, Phil Collins, Sting, David Bowie y un largo etcétera. Por supuesto, la preciosa Sade también participó en el concierto más grandioso de la historia. Interpretó “We can’t we live togheter”, “Is it a crime” y “Your love is king” y, a pesar de que su música suave y romántica es ideal para escenarios pequeños, para ambientes privados, para fiestas íntimas, Sade se comió, ella solita, a las 85.000 almas que llenaban Wembley. “No voy a fingir que intenté dejar de vivir. No voy a fingir que soy buena para perdonar. Pero no puedo odiarte, aunque lo he intentado. Todavía sigo queriéndote de verdad. El amor es más fuerte que el orgullo”.