Publicado en El Norte de Castilla el 28 de mayo de 2009
Fue hace cuarenta años. La efemérides ha pasado desapercibida pero aquel concierto no sólo fue la última actuación en directo de los Beatles. Aquel show de 40 minutos supuso el final de una década, de toda una época y de lo que ella representaba. El final de un sueño que estuvo a punto de convencernos de que el amor podría con todo. Las imágenes de “Let it be”, el testamento fílmico que los Beatles rodaron en 1969, han vuelto a bailar ante mí como un millón de ojos. Un año antes, habían grabado el famoso “Álbum Blanco” y habían desenterrado el hacha de guerra. Desde 1966, además, habían dejado de actuar en directo. Con el fin de reflotar el Titanic, McCartney propuso volver a sus orígenes, a las grabaciones sencillas, al puro rocanrol. La idea era reunirse los cuatro y ensayar en un local, grabar unas canciones y filmar una película. Como final de fiesta, tenían previsto volver a tocar en directo. Barajaron distintos y exóticos emplazamientos, como tocar en una calle londinense, en un barco o en un anfiteatro romano. Lo que empezó como un ambicioso y fascinante proyecto que llevaría por título “Get Back” (Vuelve) acabaría convirtiéndose en el triste epílogo de “Let it be” (Déjalo estar).
Volver a ver el documental resulta desasosegante. Unos operarios que mueven un piano, una sala vacía, un piano triste. Así comienza. Luego aparece Paul tocando el piano. A su lado, Ringo. Una manzana mordida encima del piano simboliza el final de un sueño, la manzana de Apple Records, el imperio beatle que comenzaba a descomponerse. Salvo algún instante tierno protagonizado por la hija de Paul y alguna que otra broma de Ringo, los momentos de tensión protagonizan el documental. George y Paul discuten amargamente mientras Lennon sólo tiene ojos para la fantasmagórica y asfixiante Yoko Ono. George canta “I me mine” y John y Yoko, ajenos a ello, bailan un vals. Lennon cuenta un chiste que sólo ríe Yoko. Paul intenta corregir a George y éste le amenaza con dejar de tocar. La película es terrible y tristísima porque refleja el fin de una amistad, la de cuatro amigos a los que la vida, las circunstancias y el brutal éxito han ido separando. Los Beatles eran ya un cadáver. Como la década de los 60. Los campos de fresas estaban podridos y ninguno de los cuatro amigos regresaría ya jamás a