Nos dicen que ha muerto pero no se dan cuenta de que la gente como Michael Jackson es inmortal. No se dan cuenta de que los mitos comienzan su verdadera vida tras la muerte. Antes les sucedió a Jim Morrison, a Freddie Mercury, a John Lennon o a Elvis Presley. Muchos de ellos buscaron un cadáver bonito. Aparentemente, Michael Jackson se limitó toda su vida a esculpir pacientemente un cadáver de niño blanco. Él siempre se quejó de que nunca le habían dejado ser un niño, de que le habían robado la inocencia, de que nunca pudo jugar con otros críos. La suya fue una infancia rota por un miserable padre dispuesto a explotar la gallina de los huevos de oro a base de latigazos. No resulta extraño que el divino Michael nunca creciese y que se quedase encerrado en el dibujo animado que tantas veces amenizó nuestras tardes de verano cuando formaba parte de los Jackson Five. Desde hoy se ha unido para siempre a los niños perdidos del País de Nunca Jamás y vivirá a partir de ahora entre piratas, hadas y sirenas. Tal vez visite el país del Mago de Oz y cabalgue por el arco iris mientras baila ‘Billie Jean’…
A estas alturas nadie puede negar que en la historia del pop hay un antes y un después de Michael Jackson, que todos los demás siguieron la revolución que él inició con los montajes y conciertos faraónicos y que su disco ‘Thriller’ revolucionó el mundo del pop y, muy especialmente, el de los vídeos musicales. De hecho, la terrorífica coreografía de zombies que dirigió John Landis ha acabado convirtiéndose en el ‘Ciudadano Kane’ de los videoclips. Los ochenta fue su década gloriosa, aquélla en la que conquistó el mundo bailando sobre la luna, algo que admiramos especialmente los que sólo sabemos bailar el chotis. Después de ello se reinventó mil veces, su nariz se volvió cada vez más fina, su color de piel más blanco y su pelo más lacio mientras parecía haberse convertido en un juguete roto e iniciaba un camino sin retorno.
En una entrevista, a principios de los 90, aseguró que no deseaba cumplir más de 50 años. Su deseo de niño triste se ha cumplido: el último Peter Pan nunca regresará a Neverland.