Juan Ramón Biedma se llevó el prestigioso premio Hammet (ex aequo con “Chamamé”, de Leopoldo Oyola) con esta novela. Desde luego, la cosecha del 2007 no pudo ser mejor. “El imán y la brújula” nos lleva hasta la España del año 1926, en una oscurantista trama ambientada a caballo entre Sevilla y Madrid. Éctor Mena, un exprofesor de historia que se dedica al pequeño contrabando tras cumplir condena por desertar de la guerra de Marruecos, es requerido para localizar dos películas que, junto con una tercera, constituyen una trilogía filmada 14 años atrás por un grupo de indolentes aristócratas constituidos en transgresora secta intelectual de culto autodenominada Los Saturnianos y en cuyo metraje, entre las más diversas depravaciones, puede contemplarse el asesinato ritual de un hombre. En la búsqueda de este tesoro, el protagonista se tropezará con mercenarios, bohemios, prostitutas, literatos, indigentes, militares africanistas y un curioso ilusionista, mientras una densa niebla amarilla cubre todas las escenas y dinamita poco a poco todas las esperanzas del protagonista: Éctor ha pasado por la guerra y la cárcel y pensaba que lo había visto todo; sin embargo, “las variantes que ha conocido en las últimas semanas le devuelven la fe en la omnipotencia del diablo”. Una especie de alucinación hormiguea alrededor de este relato histórico criminal (protagonizado por personajes con “sed de infierno” atrapados en medio de una España incubadora del fascismo) que atrapará irremediablemente tanto a los amantes de la literatura detectivesca como a los de la novela gótica.