Esperanza, que es un cielo, me ha regalado una joya caligráfica: un trabajo escrito con letra visigótica y carolingia basado en un texto perteneciente a “El Necronomicón nazi”. El cuadro formó parte de la exposición “Alcuino en la Villa del Libro: un scriptorium en el siglo XXI” y desde hoy dormirá, en lugar preferente, en mi cueva de Alí Babá, allí donde me oculto del mundo que no me gusta y donde me invento mis propios paraísos particulares, ese lugar donde visito templos, palacios y museos, donde duermo con escorpiones ardiendo, misteriosas ocas y tigres enredados en espejos. Que Titivillus bendiga a Esperanza, la princesa caligráfica emparentada por vía gótica con Alcuino de York.