Publicado en El Norte de Castilla el 9 de septiembre de 2010
El final de agosto y el arranque de las Ferias coinciden de forma casi mágica así que en septiembre todo vuelve a la normalidad. De hecho ya estamos metidos en la vorágine del cachondeo fino con sabor a lorencito. Del anodino agosto pucelano al torbellino ferial y tiro porque me toca. Algunos, con tanto cambio, estamos más descolocados que Jesulín de Ubrique en un Congreso de Astrofísica. No así el señor alcalde, acostumbrado a entrar al trapo como un torito. Tal vez por eso se le ha ocurrido la genialidad de nombrar a Valladolid Ciudad Taurina. Escucho las reacciones de la gente y constato que cada vez son más extremas. Es decir, el alcalde ha generado un debate donde no lo había. Ganas de dividir a la ciudad, vaya. Tal vez los nuevos tiempos exijan que los mandatarios enciendan la mecha y enfrenten a los ciudadanos. O quizá solo sea una artimaña para ganar votos: en Valladolid vende mucho el antinacionalismo y el anticatalanismo y esta medida lo que intenta ser es el contrapunto patriota al abolicionismo de los toros en Cataluña. En todo caso, una chorrada más que hábilmente desvía la atención de otros problemas. En unos tiempos tan revueltos como los actuales, bien harían los políticos en unir a la gente. Desgraciadamente les pone más cachondo el enfrentamiento, el hacer las cosas por bemoles, el herir sensibilidades distintas a las suyas. En Valladolid unos iban a los toros y otros no. A unos les gustaba y a otros no. A unos se les llenaba la boca con aquello de que el toro no sufre y a otros las corridas (de toros, claro) nos parecían discutibles, los encierros de los pueblos, trogloditas, y ciertas manifestaciones, como el Toro de Vega, una salvajada. Y ahí quedaba la cosa. Ahora, sin embargo, ya estamos en guerra.
¿Por qué no nombra a Valladolid ciudad del cine, por ejemplo? Ah, no, eso no. La última genialidad consiste en recortar el presupuesto de la Seminci. Fuera de Valladolid sólo nos conocen por la Semana Santa y por la Seminci y a ésta última poco a poco la están matando. En épocas de crisis la tijera manda y la tijera siempre corta por el lado de la cultura. La alfombra roja pisoteada por los morlacos de la crisis que para eso somos ciudad taurina. Lo dicho, volvemos a la normalidad. Y con récord Guiness de ondear banderitas incluido. Una delicia.