Recuperada como parte fundamental de “El Tour de Francia y las magnolias del doctor Jekyll”, ahora, por fin, la consigo en DVD. Hablo de “Herida”, la obra maestra de Louis Malle que me tiene tan arrebatado el cuore. Hablo de una de las películas de mi vida y de uno de los grandes dramas románticos del siglo XX. Hablo de la más digna heredera de “Casablanca”.
Hay gente que odia “Herida”. Es un film tan desgarrador, tan ascético, tan melancólico, está apuñalado por una tristeza tan profunda y por una desolación tan abrasadora que o lo amas o lo odias. No hay término medio. Como no lo hay en la sensual y arrebatada historia de amor que nos cuenta: la del comedido, frío y elegante Stephen con la apasionada, silenciosa y enigmática Anna. “Herida” lo tiene todo: un tórrido erotismo, una exuberante sensualidad, un dolor desgarrador. Habla de las cicatrices imborrables del pasado amoroso, habla de personas heridas, habla de obsesiones, de venenos, de entrega, de tentación, de culpabilidad, de condena. Dirigida magistralmente por Louis Malle e interpretada por un Jeromy Irons atormentado y aplastado por la culpa y por una Juliette Binoche ardiente, insaciable y apasionada. Dos actores en estado de gracia cuyos personajes tratan de huir de sus fantasmas. Pero no pueden.
Nadie, en realidad, puede huir de sus fantasmas.