Publicado en El Norte de Castilla el 10 de febrero de 2011
Un grupo de radicales anticine español se encuentra con el cineasta Arturo Dueñas, en plena campaña de promoción de la película ‘Aficionados’. Al verlo, se abalanzan sobre él. «¡Un director de cine español!», exclama emocionado uno de ellos. «¡Te vas a llevar la subvención de tu p… madre!», grita otro. Palos, bates de béisbol y paraguas vuelan sobre el rostro y el cuerpo del atrevido director. Algunos curiosos observan el apaleamiento. Un ejecutivo, con cartera y pedigrí, al enterarse de que están zurrando a un director de cine español se une a los radicales con un entusiasmo solo comparable al de Magneto en una chatarrería. Todo eso y algo más forma parte del clip promocional de una película cien por cien pucelana cuyo estreno mundial tendrá lugar esta noche en los cines Roxy. De ‘Aficionados’ hablamos aquí hace más de un año, cuando se proyectó en la Seminci una copia de trabajo previa a la realización del montaje definitivo. Hace bien poco, en el Festival MadridImagen, y compitiendo con películas de alto copete, se le concedió una mención especial. Ahora, como digo, se estrena en el cine Roxy. Es la oportunidad de ver una película diferente, a medio camino entre la improvisación teatral y el documental. De hecho, los propios actores desarrollaron sus personajes y escribieron los guiones. El resultado es cautivador y espontáneo, con movimientos de cámara audaces y un delicioso aire documental. ‘Aficionados’se ha rodado en Valladolid, con gente de Valladolid y con producción exclusivamente privada. No hay ayudas, solo entusiasmo, trabajo y originalidad. Sin apoyos, solo queda tirarse al río y buscarse la vida. El boca a boca, el trailer vehemente, incluso un ‘flashmob’ en la Plaza Mayor. Cualquier cosa vale para darse a conocer, para zarandear a una ciudad dormida, para gritar a los cuatro vientos que, aunque a los políticos locales (y a buena parte de la prensa) les importe una mierda la cultura parida entre el Pisuerga y la Esgueva, la gente de aquí tiene las pelotas de Picasso. Aunque sean pelotas aficionadas.