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Vicente Álvarez

EL FARO DE AQUALUNG

SENDAI

Publicado en El Norte de Castilla el 18 de marzo de 2011

Hace veinticinco años escribí un relato titulado ‘Sendai’. La historia futurista (o no) de un tren-bala que adquiría vida propia y se convertía en una máquina de matar. El tren salía de Hiroshima y debía llegar a Sendai. El viaje desde Hiroshima (el infierno) hasta la ciudad de Sendai (el futuro) se deslizaba en apenas siete páginas al ritmo marcado por las 36 vistas del Fuji: tranquilo y puro en buen tiempo, cruel y atormentado bajo la tempestad. Aquel intento naif de mezclar en una fantasiosa coctelera las estampas japonesas, la ciencia-ficción, el erotismo del Fuji y el aura criminal de un tren hipermoderno ha estallado de nuevo en mi memoria. ‘La ola mataba al Fuji’, escribí entonces. Hoy Japón no cree en las lágrimas. La literatura se viste de tragedia y, curiosamente, Sendai se ha convertido en la imagen espectral del terror. El terremoto y el tsunami de ojos rasgados han destrozado Sendai y sus alrededores. De hecho, Sendai ya no existe. Solo habitan en ella barcos a la deriva quemándose en el mar, aviones volcados, autobuses sobre casas, un desierto negro devastado y procesiones fantasmales de personas que buscan a sus muertos, que buscan sus casas y que no reconocen, siquiera, el barrio donde han vivido desde que nacieron. «Vivíamos a cuatro kilómetros de la costa protegidos por un bosque y unos arrozales. Siempre nos quejábamos de no poder ver el mar. Después del seísmo salimos de casa y en lugar del jardín estaba el Pacífico», dice un superviviente. La ciudad fantasma, convertida en un inmenso vertedero, tiembla ahora con la alerta atómica que ha estallado unos kilómetros al sur con los reactores nucleares de Fukushima lanzando un brindis envenenado al sol naciente. Apocalipsis con sabor a plutonio, jóvenes manga con mascarillas y el templo de la sabiduría de la niebla de Berlai convertido en la peor pesadilla nuclear. Sendai para mí es una parábola. Hace veinticinco años era el futuro. Hoy es una montaña sagrada de decepciones. La literatura chocolateada con uranio empobrecido. Sendai R.I.P. O sea.

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Sobre el autor

Escribe novelas y cosas así. Sus detractores dicen que los millones de libros que ha vendido se deben a su cara bonita y a su cuerpo escultural. Y no les falta razón. www.vicentealvarez.com


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