Publicado en El Norte de Castilla el 27 de mayo de 2011
Algunos tipos están bendecidos por la musa del éxito. Uno de ellos es J.J. Abrams, creador entre otras maravillas de la mítica ‘Lost’. El último juguete del Rey Midas de las series de TV lleva por título ‘Fringe’, una adictiva serie que acaba de echar el telón a su tercera temporada. ‘Fringe’ comienza siendo una especie de ‘Expediente X’ que muestra todo un catálogo de sucesos inexplicables resueltos por un científico mezcla de Frankenstein y Einstein a quien ayudan su hijo y una agente del FBI. Sin embargo, ya a mediados de la primera temporada, la serie se convierte en una orgía de sorpresas, enigmas y emociones que la convierten en una auténtica serie de culto. Todo tiene cabida en ‘Fringe’: mundos paralelos, viajes en el tiempo, conspiraciones, científicos locos buscando la forma de cruzar entre universos, paradojas de todo tipo, guerras de mundos, terroristas que intentan acelerar el Apocalipsis, imprevisibles giros argumentales, un triángulo amoroso originalísimo y algunos de los ‘cliffhangers’ más alucinantes y sorprendentes de la historia (el típico final de capítulo o temporada que te deja con la boca abierta y ansioso por conocer cómo continuará la historia). El mundo Fringe es tan complejo como el universo Lost pero aquí las piezas parecen encajar. Cada capítulo es una montaña rusa que no sabes dónde te llevará pero que te tiene con el corazón en un puño. La serie ha creado toda una mitología (existe ingluso una Fringepedia) que estudian los fans como si fuese un auténtico tratado de filosofía. Uno de los elementos más cautivadores de la serie consiste en descubrir mensajes, claves y personajes ocultos: El Observador, un hombre de negro, calvo y enigmático; los ‘next episode clue’ que aportan alguna pista sobre el siguiente episodio; o los ya famosos glyphs, símbolos que aparecen justo antes de los cortes publicitarios y que uniéndolos forman una palabra clave. Entre ‘Lost’ y ahora ‘Fringe’ podemos doctorarnos en Física, Astronomía, Filosofía, Religión, y lo que se tercie. Con todo el respeto friki que merece la cosa.