Publicado en El Norte de Castilla el 22 de julio de 2011
Te recibe una nube de palabras escritas con caligrafía y colores dispares: serendipia, correveidile, burbuja, lucero, cantinflear, retruécano, libélula, tornasolado y mil más. En la Casa-Museo Zorrilla buscan la palabra más hermosa. Es una más de las originales actividades que están programando: talleres de verano, aventuras en el jardín de Zorrilla con hobbits y piratas, crucigramas literarios, concursos de todo tipo, visitas nocturnas con dramatizaciones incluidas (“¡Se ha cometido un crimen en la Casa de Zorrilla!”), recitales poéticos, exposiciones varias y, en fin, desayunos en la biblioteca del jardín con escritores vallisoletanos.
Anteayer tuvieron la ocurrencia de invitarme. No me lo pensé dos veces y me presenté en la casa de Zorrilla con mi Bécquer bajo el brazo. Me acompañó Pedro Mencía, el guardián de la ciudad de los libros. En un marco incomparable de jardín idílico, libros campestres, café con pastas, sol enamorado y, como punto surrealista, leguleyos tras los cristales de los Juzgados adyacentes, dedicamos casi hora y media a desenterrar las nueve novelas que me eligieron un día: no elegimos las novelas que queremos escribir, ellas nos eligen a nosotros. Envueltos en aires de Tenorio. Desayunando suspiros de doña Inés. Muy literario, vaya. Palabras que se escapan como antojos, libros que vuelan y la literatura que sale al encuentro. Incluso vía Internet: de hecho, se tuiteó la charla literaria en directo. Como si fuese un partido de fútbol. Eso sí, por encima de todo, el encuentro íntimo, sagrado y, desgraciadamente poco habitual, del autor con el lector. La constatación de que, al otro lado del espejo, hay alguien. Incluso llegado de Holanda. O de Macondo. O de Berlai. Desde luego, en el encantador jardín de la Casa de Zorrilla, Ariel Conceiro se habría sentido como en su propia casa. Él ha aprendido (como yo) que existen muchas preguntas y casi ninguna respuesta. También ha aprendido (como yo) que la mayor parte de las pocas respuestas que existen están en la Literatura.