Kennedy, un pistolero pacificador, es herido en una encerrona. Le salva la vida una mujer, que le deja curándose en casa de tía Margot, al parecer hermana del difunto duque de Westminster. Un cuadro, que preside el salón de la lujosa casa, parece estar vivo y provoca sentimientos enfrentados en Kennedy. A la mañana siguiente, tía Margot aparece ahorcada en su habitación.
Kennedy huye, pero en Amarillo vuelve a meterse en líos al salvar a una mujer ciega del acoso de unos bandidos. Es herido y rescatado por Irene Jekyll que, en un carruaje lujoso, le lleva a su mansión. Se repite la historia de tía Margot. La casa está presidida por el cuadro de un aristócrata, el difunto hermano de Irene. Un cuadro también turbador a los ojos de Kennedy. Al igual que en la anterior ocasión, Irene aparece muerta al día siguiente pero, esta vez, Kennedy descubre al asesino y sale corriendo tras él. Se trata del hombre del cuadro…. Desgraciadamente, antes de atrapar al asesino, Kennedy es detenido por el sheriff . Ahora, es el máximo sospechoso ya que estaba en la casa de las dos aristócratas muertas…. Un jurado popular está dispuesto a ahorcarle. En la celda, Kennedy empieza a atar cabos: La misma trampa hecha a dos mujeres solas (y muy ricas) que habían tenido la vanidad de “fabricar” una familia ilustre….
Silver Kane demostrando algo que ya sabíamos. Sus archiconocidas novelas del oeste son, en realidad, novelas negras ambientadas en saloons y perfumadas de colts y recuerdos del western más clásico. Eso es “El hombre que vencía muertos”. O, dicho de otra forma, cómo ganar millones con un par de cuadros, dos de títulos de nobleza falsificados y un par de asesinatos. Más o menos.