Publicado en El Norte de Castilla el 30 de diciembre de 2011
Ha sido muy comentada la expresión del nuevo sheriff de los euros: el recién estrenado ministro de Economía augura para el 2012 un “perfil relativamente desacelerado”. Los que hacen bien poco criticaban la desvergonzada utilización de eufemismos, resulta que son maestros consumados aunque no especialmente originales. Está bien que desde el principio dejen las cosas claras. Dice el sentido común que no es buena idea que los lobos vigilen el rebaño de ovejas. Expertos en la cosa comentan que “la novedad de este Gobierno es que los lobbies ya no presionan desde fuera sino que han tomado el control directo desde dentro mismo del Ejecutivo”. Qué tierno, ya tenemos al lobby feroz dentro de casa. Dicen que hay un ministro, el que tiene la obligación de aumentar los ingresos del Estado, que se dedica a nivel privado a asesorar a los “grandes empresarios” de este país a esquivar impuestos y desviar capitales. Otro ministro, la guinda del pastel, resulta que era un alto ejecutivo de Lehman Brothers. No vio venir la quiebra de su propio banco pero nos va a sacar del arroyo Dios mediante. En fin, tienen los cien días de cortesía pero también todo nuestro mosqueo. Porque, de hecho, el problema no lo tenemos sólo aquí. La sociedad no debería estar a las órdenes de los mercados. Sin embargo, la sociedad ha perdido la batalla. Ya el PSOE actuaba bajo los dictados de sus jefes, los poderes financieros. Ahora los lobbies ni se esconden. La tragedia de este esperpento planetario es que el poder financiero, el que ha provocado esta crisis, ha tomado directamente las riendas de los gobiernos. Dieron un golpe de estado en Italia y en Grecia para colocar a dos tecnócratas no elegidos por el pueblo. En otros países ni siquiera ha hecho falta. Papademos en Grecia, Monti en Italia, Draghi en el BCE son chicos Goldman Sachs. Con eso está todo dicho. Sus nombramientos certifican el carácter no democrático de la nueva Europa. Es lo que hay. El cuento del lobby feroz. Ya está en casa. Y cuida de las ovejitas. Hola, mi amor, yo soy tu lobby. Lo dicho, qué tierno. Y qué terrible.