Hans, periodista de origen alemán que trabaja en Le Monde, descubre junto al lago del Bois de Boulogne el cadáver (un cadáver de lujo, perfumado, una auténtica bomba) de Pleyel, ministro francés de Información del gabinete Giscard que le había citado allí. Antes de que se descubra el cadáver tiene unas horas para investigar. Le roba la cartera y descubre en su agenda un número de teléfono asociado a unas iniciales. Llama y descubre que es un famoso travesti. Se cita con él en su casa y ve fotografías de ambos en actitudes inequívocas. ¿Quizá el ministro se suicidó por que alguien iba a destapar el escándalo? Hans, sin embargo, piensa que todo resulta demasiado sencillo, como si hubieran puesto las pruebas adrede, de hecho el travesti no se ocultó lo más mínimo y le dio todo tipo de información. Hans decide montar una escucha telefónica y oye que, al no haber publicado nada, van a vender el material a la competencia, a Silvie Blair, una periodista muy ambiciosa y sin escrúpulos. Cuando se entera de la noticia, Hans acude a su encuentro pero sólo llega para asistir al asesinato de la periodista. Todo parece el principio de una conspiración al más alto nivel.
Hans es llevado a la Comisaría para que declare como testigo del asesinato. Allí le asiste una abogada de oficio (Lorena Marty). Mientras tanto, el travesti ha desaparecido. Hans consigue su dirección y llega sólo para certificar su muerte. Cuando está en la casa del travesti, le atacan. En el forcejeo mata a un hombre (conocemos entonces que Hans nació en un campo de concentración y que se crió entre asesinos en zonas conflictivas de Latinoamérica) y descubre, finalmente, que al ministro lo envenenaron y planearon todo para que pareciese un suicidio. Alguien, sin embargo, está jugando un doble juego ya que mataron a Silvie para que la información no saliera a la luz…. ¿Qué turbios secretos se esconden detrás de toda esta historia? ¿Es Hans quien dice ser? ¿Y Lorena es sólo una mediocre abogada o es algo más? Como en casi todas las novelas de Silver Kane, nadie parece ser quién realmente es. Por el medio, nos regala una absorbente trama llena de continuos giros argumentales, persecuciones de todo tipo, sorpresas y mucha acción, todo ello envuelto en una atmósfera gris, a lo Simenon, en la que flotan las luces de los cafés parisinos por cada esquina. Por si todo ello fuera poco, se saca de la chistera un oficial de las SS y una historia tremebunda del pasado de Hans. Eso sin olvidar una vertiginosa persecución por las calles de París rematada fantasmagóricamente en el mismísimo cementerio de Père-Lachaise.