Publicado en El Norte de Castilla el 17 de febrero de 2012
Esperando el milagro de un nuevo disco de Leonard Cohen, el perezoso bastardo que vive en un traje (Dios dixit)…. ¡y aquí está! Después de ocho años, el poeta canadiense regresa con sus cicatrices en el alma y su voz rota para regalarnos diez nuevos himnos penitenciales. Escuchar un disco de Cohen es una experiencia única. No tiene nada que ver con escuchar un disco de cualquier otro artista. Un disco de L.C. es un libro de poemas abierto, es un tratado filosófico, un ramillete de oraciones sensuales y dolorosas, de melodías que avanzan lentamente y se enroscan como serpientes. Recitados eróticos con coros góspel que nos hablan de los temas eternos: el amor, el sexo, Dios, la muerte, la redención, el perdón. L.C. habla con versos suaves, como un lama, y nos muestra el lugar en el que empezó el sufrimiento. El viejo poeta sabe que no tiene futuro (porque es viejo y los espejos no engañan), que sus días (nuestros días) están contados, que el pasado durará pero la maldita oscuridad también. ¿A quién echamos la culpa de esta catástrofe? Cohen nos habla de ángeles que jadean y arañan la puerta para entrar, nos enseña que la culpa es nuestra peor condena y certifica que la locura tiene sitios donde esconderse más profundos que el adiós. Hay un lugar para el recuerdo dolorido (“hoy te soñé al despertarme…. cada noche al acostarme confieso que me enveneno”), hay un lugar para el reproche (“atrapé la oscuridad bebiendo de tu copa: la oscuridad era el premio”) pero también hay un lugar para la esperanza (“con todo lo que he visto a través del horror sólo necesito que me digas cuánto me amas”). Muchos sospechamos que Dios tiene la voz de Leonard Cohen y sólo buscamos en ella la bendición final. “Old ideas” es un nuevo capítulo de una obra inmortal perfumada con susurros cálidos, odas al perdón y versos sabios. La noticia, en fin, de que este hermosísimo y necesario manual para vivir con la derrota ha llegado al número uno de la lista de ventas de discos en un buen puñado de países (España, entre ellos) nos reconcilia con el género humano. No todo está perdido.